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Diario de un académico de provincias

Por

 

Antonio Viudas Camarasa

Académico Numerario, en posesión de la Medalla número 20, 

 de la Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes

 

2003-03-09

 

 
JOSÉ MANUEL BLECUA
 
(Alcolea de Cinca, 1913 - Barcelona 2003)

 

La filología española se honra con la obra del aragonés JOSÉ MANUEL BLECUA que da brillo a la cultura española universal. Blecua era natural de Alcolea de Cinca (Huesca), pueblo que mira al Pirineo, Cataluña y Aragón.

Intelectual con impronta histórica Blecua prestigia la memoria de los llanos del Prepirineo.

 www.dialectus.com anota la triste noticia (Lege infra ) y envía un sentido pésame a la familia.



La vanguardia

2003 03 09

 

El profesor era una figura legendaria para generaciones de estudiantes catalanes
DESTACADA FIGURA DE LA FILOLOGÍA
Fallece José Manuel Blecua
El catedrático y estudioso de la literatura española tenía 90 años

 

ROSA MARIA PIÑOL - 09/03/2003
Barcelona

José Manuel Blecua Teijeiro, catedrático emérito de la Universitat de Barcelona y uno de los mayores conocedores de la literatura española del siglo de oro, falleció en la madrugada de ayer en la clínica Delfos de Barcelona. Aquejado desde hacía tiempo de diversas dolencias, el profesor Blecua permanecía ingresado en dicho centro desde hacía una semana. El pasado 10 de enero había cumplido 90 años y había recibido por ello el cálido homenaje de su familia y amigos. El funeral y entierro de sus restos mortales tendrán lugar mañana en Barcelona.

Blecua ha sido una figura indiscutible de la cultura española. Como estudioso, investigador y antólogo de autores como Lope de Vega, Quevedo, Don Juan Manuel o los poetas de la lírica tradicional, ha escrito importantes obras de obligada referencia. Y como profesor, ha dejado honda huella en varias generaciones de estudiantes de filología por sus sabias y a la vez amenas exposiciones, trufadas de anécdotas que rebasaban el mero análisis literario de los autores para recoger los más increíbles detalles sociológicos y literarios de la época estudiada. Siempre elegante, tanto de porte como en su discurso, desgranaba sus eruditos análisis sin dejar de sonreír y con grandes dosis de ironía.

Blecua, padre de los también catedráticos José Manuel y Alberto, especializados en lengua y en literatura respectivamente, nació en la localidad aragonesa de Alcolea de Cinca en 1913. Estudió en Zaragoza las carreras de Derecho y Letras. Fue profesor de instituto y participó en la fundación de la editorial Ebro, pensada para el bachillerato y en la que se divulgaron numerosos autores clásicos. El mismo Blecua publicó en ella un importante estudio sobre San Juan de la Cruz. En 1959, se incorporó a la Universitat de Barcelona como profesor de literatura española.

Paralelamente a su fecunda tarea docente, Blecua ha desarrollado una amplia labor erudita. Fue ésta una vocación muy temprana, como jocosamente dejó escrito su amigo el poeta Pedro Salinas en unas aleluyas: “Llorando de erudición/ nace Blecua en Aragón (...) Apenas andar se le ve/ y pone notas al pie”. La profesora Rosa Navarro, discípula suya, recordaba en una síntesis biográfica de Blecua sus “míticas libretas”, en las que recogía “el contenido de manuscritos y manuscritos que hojeaba con su paciencia ilimitada en fríos meses de Biblioteca Nacional”. Esta dedicación se vio premiada con hallazgos. Uno de ellos, el descubrimiento de 45 poemas inéditos de Herrera, a quien dedicaría un importante estudio. Son también obras de referencia sus ediciones de Quevedo, Lope, los Argensola y Don Juan Manuel. Fue asimismo autor de manuales universitarios como la antología “Floresta de la lírica española”.

Pueden sintetizar la personalidad de Blecua unas palabras que Espriu escribió en 1983, en un libro de homenaje al catedrático: “Su trato personal es exquisito. Su gusto literario, infalible. Su comprensión ilimitada. Su tolerancia, ejemplar”.

Fuente digital:  http://www.lavanguardia.es/web/20030309/137317779.html


 

 

El Periódico de Catalunya

2003-03-09

 

 

 

 

 

 

 

 

 

CULTURA // LITERATURA
Muere en BCN el catedrático José Manuel Blecua

 
Blecua, en 1988.
 
 
EL PERIÓDICO
BARCELONA

José Manuel Blecua Teijeiro, filólogo, catedrático emérito de Literatura Española de la Universitat de Barcelona (UB) y académico de honor de la Real Academia Española (1982), falleció ayer en Barcelona a los 90 años, después de estar algún tiempo hospitalizado por un derrame cerebral. Blecua ha sido un gran experto sobre la literatura y la poesía del siglo de oro español, un sabio y un bibliófilo que puso su erudición al servicio de la investigación literaria y de la enseñanza universitaria.
Autor de una larga lista de libros, entre los que se encuentran algunos de texto --como el imprescindible manual de Gramática Española (1975)--, su nombre ha quedado unido al siglo de oro y a figuras como Quevedo, al que estudió minuciosa y extensamente para publicar su obra con el sentido auténtico que le dio el autor.

LARGA OBRA

De entre su prolija obra se pueden destacar Los pájaros en la poesía española (1943), Las flores en la poesía española (1944), Antología de la poesía española (1955, en colaboración con Dámaso Alonso), Sobre poesía en la edad de oro (1970) y, sobretodo, Floresta de la lírica española (1957).
Lector empedernido de todo tipo de temas, épocas y autores consideraba que la poesía española aún mantiene un buen tono y calificaba su trabajo como "paciente, honesto y útil".
Nacido en Alcolea de Cinca (Huesca), Blecua estudió Derecho y Filosofía y Letras en Zaragoza, donde fue profesor de instituto y donde participó en la creación de la editorial Ebro. En 1959, ganó una cátedra de Literatura Española en la Universidad de Barcelona que ocupó hasta la jubilación. A lo largo de su vida recibió muchas distinciones, entre las que destacan el premio Aragón y el Menéndez Pelayo (1993), así como la Creu de Sant Jordi (1983).


Noticia publicada en la página 63 de la edición de Domingo, 9 de marzo de 2003 de El Periódico - edición impresa. 

Heraldo de Aragón

 

8 de marzo de 2003

 

 

Adiós al sabio total José Manuel Blecua
Blecua, editor de los hermanos Argensola o estudioso ejemplar y totalizador de Francisco de Quevedo, no sólo fue un sabio de la literatura, un fervoroso lector y un filólogo excepcional.
Fotógrafo: HERALDO
José Manuel Blecua, en su casa de Barcelona, que había convertido en un paraíso de libros


ANTÓN CASTRO. Zaragoza | Se ha muerto en Barcelona José Manuel Blecua Teijeiro de un derrame cerebral. Acababa de cumplir los 90 años: había nacido en Alcolea de Cinca en enero de 1913. Blecua , editor de los hermanos Argensola o estudioso ejemplar y totalizador de Francisco de Quevedo, no sólo fue un sabio de la literatura, un fervoroso lector y un filólogo excepcional, sino un profesor ideal, un hombre que despertaba vocaciones, como han recordado en diversos momentos estudiosos como Félix Monge, Fernando Lázaro Carreter, Manuel Alvar (que elogia al incitador constante de lecturas en su libro de memorias "El envés de la hoja"), el filósofo Gustavo Bueno, el médico Fernando Solsona o profesores más jóvenes como José-Carlos Mainer, Aurora Egido, Maite Cacho, a los que impartió sus "magistrales lecciones" en la Universidad de Barcelona, o Antonio Pérez Lasheras, al que condujo hacia los estudios gongorinos.

De niño, José Manuel Blecua era conocido como "el hijo de don Manolito", y arrastraba fama de zagal bondadoso que jugaba al fútbol, al aro o a las canicas, y hacía ejercicios caligráficos con pluma en casa de "una mujer que tenía las manos desfiguradas por la artrosis". Su familia se trasladó a Zaragoza en septiembre de 1923, a la calle Mayor 48, y estudiaría en dos colegios: el San Agustín ("lo abandoné porque suspendí las Matemáticas") y el Santo Tomás de Aquino, de la familia Labordeta ("recuerdo, con cierto temor, las clases de latín de don Miguel Labordeta", dijo), a la que estaría siempre muy unido.

Del Goya a Barcelona

Por entonces, ha recordado en estas mismas páginas, iba a nadar a un lavadero "de la Seña Benita" de la calle San Miguel o a la fuente de la Caña, en el Huerva, y era ya un lector voraz de tebeos y de autores como Emilio Salgari y Julio Verne. Luego ingresó en la Universidad de Zaragoza, "pequeña y noble", por donde pululaban personas que ya eran famosas y que lo serían aún más como el filósofo José Gaos, el historiador de la Corona de Aragón, Andrés Giménez Soler, o Rafael Sánchez Ventura, amigo de Lorca y Buñuel, e implicado en el rodaje en 1932 de "Las Hurdes. Tierra sin pan". En aquellos años de estudiante se produjo la primera tentativa de creación de la Ciudad Universitaria, en la que él tuvo mucho que ver a través de un artículo en HERALDO.

José Manuel Blecua -padre de dos hijos que siguen su estela: Alberto y José Manuel-, se licenció en dos carreras: Derecho y Filosofía y Letras, que sería finalmente donde desplegaría una inmensa labor como filólogo, editor, científico de la lengua y profesor de varias generaciones, primero en el Instituto Goya (que estaba en la Escuela de Comercio y luego pasó a la Magdalena), se incorporó en 1941 y lo dejó en 1960, y luego en la Universidad de Barcelona y en la Universidad de Verano de Jaca.

Durante esos veinte años que vivió y enseñó en Zaragoza, José Manuel Blecua era contertulio de Ildefonso-Manuel Gil, de Miguel Labordeta, de Eugenio Frutos, José Alcrudo y de tantos otros, empeñados en que la ciudad no fuese un páramo; entre ellos Francisco Ynduráin, que era el catedrático de literatura y otra autoridad como él. Por su afán de dar a conocer los clásicos españoles fundó con Teodoro de Miguel la editorial Ebro, y publicó uno de sus primeros libros claves: "Historia de la literatura española" (1942). Desde entonces, su bibliografía se ensancharía sin descanso: publicó una edición del "Laberinto" de Juan de Mena (1943), años después otra acaso insuperable de "El conde Lucanor·" (1969), del infante Juan Manuel, y tampoco le haría ascos a la lírica contemporánea: su estudio sobre "La poesía de Jorge Guillén" (1949), centrada en "Cántico", redactada en colaboración con Ricardo Gullón, prueba su agudeza, su finura interpretativa, algo que ratificaría apenas un año después con la edición de la poesía completa de los Hermanos Argensola. Alvar o Lázaro han hablado a menudo de la sabiduría casi infinita de Blecua.

Vasta erudición

José Manuel Blecua ha pasado a la historia de la literatura y de los estudios filológicos por la vastedad de su erudición y de sus métodos críticos, pero a nadie se le escapa que es el mejor editor que ha tenido jamás Francisco de Quevedo (ahí están los cuatro volúmenes de Castalia). Y también debemos reconocer sus trabajos sobre la obra de Fernando de Herrera (1974) o de fray Luis de León. Pero en él había algo más: pasión por la palabra y el conocimiento, mitomanía literaria, entusiasmo, olfato y curiosidad. Poseía una biblioteca asombrosa y viudo desde hacía años, y sordo, solía decir que había logrado cumplir el sueño de su vida: "Vivir en una biblioteca". Hablar con él ya no era fácil pese a su exquisitez, a su ingenio y a su sentido del humor, pero seguía escribiendo casi hasta al final unas cartas hermosísimas con una caligrafía redonda y clara. Ildefonso-Manuel Gil, malherido como lo estuvo él e ingresado en el hospital, solía decir: "Es uno de mis mejores tesoros. El testimonio ininterrumpido de una gran amistad". En 1986, el presidente Santiago Marraco le entregó el Premio Aragón de las Letras. "Me siento muy reconocido en Aragón".


 

Elmundo.es

 

Lunes, 10 de Marzo de 2003
Actualizado a las 17:09 (CET) - Internet time @714 by 
 
 

BARCELONA | TENÍA 90 AÑOS
Muere José Manuel Blecua, gran estudioso del Siglo de Oro

EFE

José Manuel Blecua. (EFE)
 

BARCELONA.- El catedrático emérito de la Universidad de Barcelona José Manuel Blecua Teijeiro, el último gran estudioso de la poesía española del Siglo de Oro, ha muerto a los 90 años en Barcelona.

Blecua, escritor, catedrático de Literatura española y académico de honor de la Real Academia de la Lengua, había nacido en Alcolea de Cinca (Huesca) en 1913.

Realizó el bachillerato en Zaragoza, en el colegio de Santo Tomás de Aquino, del que era director Miguel Labordeta, el padre del poeta y cantante, y allí nació su vocación por la Literatura.

Posteriormente, ingresó en la Facultad de Filosofía y Letras y, al mismo tiempo, en la Facultad de Derecho de la Universidad de Zaragoza, donde obtuvo la Licenciatura y el doctorado, con premio extraordinario en Filosofía y Letras y la Licenciatura en Derecho, también con premio extraordinario.

Seguidamente, ganó las oposiciones a Instituto y fue destinado al Instituto de Cuevas de Almanzora, en Almería, de donde pasó al Instituto de Goya, en Zaragoza, donde permaneció durante 20 años.

Investigación

 

Durante su estancia en el Instituto de Almería, inició su carrera de investigador con el estudio sobre Guillén y la edición de 'El libro encendido de Juan Manuel' y realizó asimismo la tesis doctoral sobre 'El Cancionero de 1628'.

En 1959, se trasladó a Barcelona para ejercer como catedrático de Lengua y Literatura Española en la Universidad de Barcelona, donde fue uno de los organizadores de los estudios de Filología Hispánica.

Especialista de la poesía y de la literatura española del Siglo de Oro, José Manuel Blecua y Teijeiro ha publicado numerosas obras, entre las que destacan su edición crítica de la poesía de Quevedo, un estudio sobre 'Cántico', de Jorge Guillén y la 'Antología de la Poesía Española del Renacimiento'.

Sus principales trabajos son las ediciones rigurosas de obras de Don Juan Manuel, Lope de Vega, Góngora, San Juan de la Cruz, Juan de Mena, Quevedo, Fray Luis de León y los Argensola.

Historiador de la literatura

También ha realizado una importante labor como historiador de la literatura española con obras como 'Los pájaros en la poesía española' (1943), 'Las flores en la poesía española' (1944), 'El mar en la poesía española' (1945), 'Antología de la poesía española. Lírica de tipo tradicional', que realizó en 1955, en colaboración con Dámaso Alonso, 'Sobre poesía de la Edad de Oro' (1970) o 'Poesía aragonesa del barroco' (1986).

En 1992 prologó la primera edición en facsímil que recogía obras propias y traducciones de Fray Luis de León, y desde 1988 prepara la edición crítica del 'Cantar de los cantares de Salomón', comentado por Fray Luis de León.

El 10 de junio de 1993 fue galardonado con el Premio Internacional Menéndez Pelayo, en su VII edición, "por su valorado esfuerzo y talento excepcionales para rescatar, durante medio siglo, la poesía del Siglo de Oro".

 


 

 

Elmundouniversidad

 

 

Elmundo.es

 

OBITUARIO / JOSE MANUEL BLECUA
Un gran maestro y divulgador literario
Era uno de los mayores expertos en el Siglo de Oro español, que dio a conocer con sus clases magistrales y sus libros

JAVIER ORTEGA

 

Era uno de los mejores conocedores de la literatura española del siglo de oro, un erudito que, además de su ingente trabajo de investigación, había hecho de la divulgación una profesión de fe, pero este catedrático emérito de la Universidad de Barcelona se consideraba sobre todo «muy afortunado» porque siempre tuvo «alumnos muy inteligentes».

Son los mismos que ahora lloran la pérdida del maestro, el filólogo, el editor, el estudioso y el catedrático que dio a conocer a varias generaciones los clásicos españoles y que falleció el pasado sábado en Barcelona a los 90 años de edad.

Quienes le conocían o estudiaron con él aseguran que sabía transmitir como nadie el entusiasmo por la literatura. Deja un legado de numerosos volúmenes que recogen su gran labor científica y editora.Y su prestigio ha ido mucho más allá de nuestras fronteras para extenderse por todo el mundo de habla castellana. El Nobel colombiano Gabriel García Márquez ha reconocido en alguna ocasión que el libro Poesía española de tipo tradicional, de Blecua, le proporcionó momentos felices y le ayudó en su formación como escritor.

José Manuel Blecua Teijeiro nació hace 90 años en Alcolea de Cinca (Huesca) aunque su familia se trasladó a Zaragoza cuando él tenía sólo 10 años. En la capital aragonesa estudió en los colegios de San Agustín y de Santo Tomás de Aquino. Este último pertenecía a la familia Labordeta, a la que siempre estuvo muy unido. El director del colegio y profesor de latín era Miguel Labordeta, padre de José Antonio, cantautor y político, y de Miguel, poeta.

Una vez terminado el Bachillerato, ingresó en la Universidad de Zaragoza donde se licenció en Derecho y Filosofía y Letras.Durante 20 años impartió clases de Literatura Española en el instituto zaragozano de Goya, aunque antes de conseguir esa plaza pasó por el instituto de Almanzora, en Almería. De esa época en la capital aragonesa data su primer libro titulado Historia de la Literatura española, un manual para escolares publicado en 1942.

Fue por esos años cuando fundó en Zaragoza, con Teodoro de Miguel, la editorial Ebro, de cuya biblioteca clásica Ebro, fue, asimismo, director. Este proyecto «quizá sea la primera gran colección sistemática de los clásicos españoles de utilidad escolar», ha señalado José Carlos Mainer, catedrático y alumno de Blecua.Eran unos volúmenes sencillos aunque de cuidada edición que, con una biografía y un análisis a cargo de especialistas dieron a conocer la obra de cientos de autores clásicos. Desde el teatro de Tirso de Molina (El condenado por desconfiado inauguró la colección), Cervantes, Santa Teresa de Jesús, Zorrilla, Góngora, Lope de Vega a las Rimas y leyendas de Bécquer o los Cantares de gesta.

En 1959 llega a Barcelona para ejercer de Catedrático de Lengua y Literatura Española en la Universidad, donde ayuda a organizar el departamenteo de Filología Hispánica. Ocupó la cátedra hasta su jubilación y también ejerció la docencia en la Universidad de Verano de Jaca.

Entre sus numerosos alumnos, destacan Fernando Lázaro Carreter, quien ha dicho de él que era «un entusiasta completo de la literatura», Manuel Alvar, Félix Monge, Gustavo Bueno, Fernando Solsona, José Carlos Mainer, Aurora Egido y Maite Cacho. De hecho, aunque siempre se ha considerado a Blecua un experto en la literatura del barroco español, no era menor su conocimiento de la literatura del siglo XX, a muchos de cuyos grandes autores conoció y trató como amigos.

Era un lector apasionado, a quien todo le interesaba, y poseía una gran biblioteca, con volúmenes de los siglos XVI y XVII, en la que, últimamente, pasaba buena parte de su tiempo hasta el punto de decir que había logrado uno de sus sueños: «Vivir en una biblioteca».

Estudió todas las épocas de la literatura española, desde la Edad Media hasta la Contemporánea, pasando por la poesía del Siglo de Oro, que fue el eje fundamental de sus investigaciones. Esta ingente labor de investigación la plasmó en numerosos libros, unos de elaboración propia y otros con la edición de los clásicos, entre los que destacan la poesía de los hermanos Argensola; Laberinto, de Juan de Mena; El conde Lucanor, del Infante Juan Manuel; la poesía completa de Quevedo en cuatro volúmenes; La poesía de la Edad de Oro; trabajos sobre Fernando Herrera, Fray Luis de León, Lope de Vega y Góngora; la poesía de Jorge Gillén; Poesía española de tipo tradicional, una antología espigada en el Siglo de Oro; Sobre el rigor poético en España o la edición del Cancionero de 1628.

Recibió en 1986 el Premio Aragón de las Letras, máxima distinción concedida por el Gobierno aragonés, y en 1993 el Premio Internacional Menéndez Pelayo. Era académico honorario de la Real Academia Española y un instituto de Bachillerato de Zaragoza lleva su nombre. Estaba viudo y sus dos hijos, Alberto y José Manuel, siguen la trayectoria de su padre.

José Manuel Blecua, filólogo y catedrático de Literatura, nació en 1913 en Alcolea de Cinca (Huesca) y falleció en Barcelona el 8 de marzo de 2003.


 

 

Editorial de la La Vanguardia 

2003-03-10

José Manuel Blecua

LA VANGUARDIA - 10/03/2003
El fallecimiento de José Manuel Blecua, del que ayer nos hacíamos eco en nuestras páginas de Cultura, sólo puede llenar de tristeza a todos cuantos tuvieron en el catedrático de la Universitat de Barcelona a un maestro excepcional, no sólo por la categoría y el rigor de su docencia, sino por el cálido trato que siempre dedicó a cuantos tuvieron el privilegio de frecuentarle.

Lejos de la figura del erudito encerrado en su mundo de figuras literarias del pasado, Blecua vivió atento a su tiempo, sin dejar de lado autores contemporáneos, aunque su incuestionable magisterio se centrara en la edad de oro de las grandes letras españolas. Autores como Garcilaso, Fray Luis de León, Lope de Vega, Quevedo, Valle-Inclán, Salinas o Jorge Guillén, por citar sólo algunos, reclamaron su interés de estudioso, investigador y antólogo.

Los conocimientos acumulados en su laborioso esfuerzo de análisis y estudio los ponía luego al servicio de los estudiantes que pasaron por sus clases en la Universitat de Barcelona, a la que se incorporó en 1959 y de la que ahora era catedrático emérito y figura indiscutible. Varias generaciones de estudiantes gozaron del placer de sus clases y accedieron al más alto y humano conocimiento de la mejor poesía y literatura española gracias a José Manuel Blecua.

Por tópico que resulte, ahora es necesario recordar que el magisterio de Blecua no acaba con su activa presencia entre nosotros. El amplio catálogo y, sobre todo, la categoría de sus obras editadas continúa siendo una fuente de la que mana el agua limpia del hombre bueno y sabio que cumplió su vocación sin dejar nunca de compartirla.


 

HERALDO DE ARAGÓN

 

  2003-03-09

 

 

 

José Manuel Blecua, una huella de luz, erudición y alegría
José Manuel Blecua Teijeiro será enterrado hoy en Barcelona en una ceremonia íntima. La catedrática Aurora Egido lo define "como uno de los filológos del siglo XX que más sabía de poesía en España".
Fotógrafo: CARLOS MONCÍN
José Manuel Blecua vivía en una casa-paraíso de libros

ANTÓN CASTRO. Zaragoza | "Mi padre estuvo bien hasta hace diez días. Lo ingresamos y el sábado sufrió un derrame cerebral. Murió tranquilo", decía ayer Alberto Blecua, catedrático de literatura española e hijo del finado filólogo y profesor José Manuel Blecua Teijeiro.

Aurora Egido, premio "Baltasar Gracián" 2002, tuvo la suerte de verlo, por última vez, el pasado 16 de febrero en su domicilio de Barcelona. "Hemos tenido una relación especial, pero ése no es sólo mi caso. Somos legión los profesores que hemos sido alumnos suyos directamente o indirectamente. En mi vida ha sido decisivo: me dirigió la tesis de licenciatura y la tesis doctoral, estuve de lectora en Cardiff por recomendación suya, etc. Como aquí en Zaragoza no existía la especialidad de literatura, fuimos muchos los que nos trasladamos a Barcelona. Nos acogía de manera especial".

Egido recuerda un puñado de sus alumnos más famosos -más allá de Lázaro Carreter, Alvar, Félix Monge, Luis Borobio o Gustavo Bueno- como José-Carlos Mainer, Ignacio Prat, "al que se le cita poco", Javier Albiñana, Premio Nacional de Traducción, Antonio Armisén o "Francisco Rico, que también ha sido alumno suyo". Y en esa lista, que sería sin duda inacabable, también se encuentran profesores y poetas como Guillermo Carnero o Andrés Sánchez Robayna. Blecua también tuvo una relación intensa con escritores catalanes como Narcís Comadira, Francesc Parcerisas o Rosa Regàs, "que ha dejado magníficas imágenes de las clases de Blecua. Hasta Pere Gimferrer sentía auténtica devoción por Blecua". El poeta Salvador Espriu trazó este retrato del premio Menéndez Pelayo de 1993: "Su trato personal es exquisito. Su gusto literario, infalible. Su comprensión, ilimitada. Su tolerancia, ejemplar". Todos sus despachos fueron auténticos laboratorios de erudición y sabiduría.

Aurora Egido recordaba su último encuentro. "Era un humanista completo y refinado, más británico que español y aragonés. Charlamos durante media hora. Él, como era sordo, necesitaba que le escribieses en un papel, pero también leía muy bien los labios. Era un hombre presumido y sabio que nos deja a todos una huella de luminosidad y de alegría, de fina ironía, que entendía que en literatura fondo y forma son una misma cosa. Mantuvo la lucidez y la elegancia que siempre le caracterizaron. Habló de colecciones de poesía y me dijo que el hombre que más sabía de literatura española era Eugenio Asensio, navarro que vivió en Lisboa, editor de Gil Vicente".

La catedrática de literatura española, experta en la obra de Gracián y Cervantes, valoró la proyección de los trabajos de Blecua.

"Quizá su mejor trabajo sean sus estudios y ediciones de Quevedo. Ahí realizó una enorme labor, porque antes de él la crítica textual estaba muy descuidada, y Blecua fue uno de los primeros lectores en España que se preocupó del rigor de los textos. Poseía un excepcional sentido poético del ritmo, de la musicalidad, de la puntuación, y eso se también en sus aportaciones a la obra de Herrera, Lope de Vega o Fray Luis de León. Descubrió poesía inédita que nadie conocía. Era un lector muy fino. La erudición no pesaba en sus trabajos, atendía a elementos esenciales para la comprensión". Para Egido fue "uno de los filólogos del siglo XX que mejor conocía la poesía española", no sólo la del Siglo de Oro, sino la del siglo XV (Santillana, Jorge Manrique, Juan de Mena o el Cancionero) y la lírica del 27. "Conocía la tradición de todos los textos, pertenecía a la escuela de Menéndez Pelayo, que abogaba por la precisión, la claridad, la síntesis y la ejemplaridad, y como es sabido mantuvo una gran amistad con Dámaso Alonso, Jorge Guillén o Pedro Salinas. Sus análisis literarios son lúcidos, incisivos, con pespuntes de ironía, pero siempre tuvo una gran sonrisa en la boca y en la pluma". Pedro Salinas le dedicó un poema: "Llorando de erudición // nace Blecua en Aragón...// Apenas se le ve // y pone notas al pie".

José Manuel Blecua plantó un ciprés en la calle Santa Teresa, 37, en Zaragoza en 1941. Hizo lo propio en el patio de la Universidad de Barcelona. El primero sobrevive 60 años después; el segundo enfermó y fue cortado. Hoy, esta enciclopedia del saber y de la sensibilidad, será enterrado en Barcelona en una ceremonia íntima.

El Periódico de Catalunya

2003-03-10

 

LLORANDO DE ERUDICIÓN

• José Manuel Blecua era un maestro de maestros en el ámbito del hispanismo

 
José Manuel Blecua.
 
 
LUIS ANTONIO DE VILLENA

Entre los filólogos --que pueden y debieran ser humanistas-- es típico que unos propendan al estudio de la lengua y otros (entre ellos, meritísimo, José Manuel Blecua) al de la literatura. A estos últimos no sólo se les reconoce por la temática de su saber, sino por su estilo. Leer a un lingüista suele ser aburrido. Leer a un catedrático de Literatura, letraherido letalmente, es un placer literario además de un placer de sabiduría.
Cuando yo estudiaba en la Universidad de Madrid, Blecua (que estaba en la de Barcelona desde 1959) era un hombre infaltable y más que prestigioso en el ámbito del hispanismo. Antonio Prieto --novelista y catedrático de Literatura, que fue maestro mío-- hablaba maravillas del saber y estilo del profesor Blecua... Su primer libro, de 1943, es una antología temática: Los pájaros en la poesía española.
Nunca lo conocí personalmente, pero desde adolescente lo leí en las ediciones escolares (magníficas) que preparaba para la espléndida y desaparecida colección Ebro, que él ayudó a fundar y vivificar cuando aún enseñaba y vivía en Zaragoza. ¿Hay algo hoy como esa colección para estudiantes, primorosa, elevada, didáctica y sencilla?
En la universidad leí un tomo misceláneo de Blecua: Sobre poesía de la Edad de Oro (ensayos y notas eruditas) --1970--, que me hizo ver como la erudición --ésa que según el poeta Jorge Guillén lloraba sobre la cuna--, puede y debe ser amena. Además de maestro de maestros, a Blecua se deben muchísimos trabajos y ediciones críticas --recordemos la eximia de la poesía de Francisco de Quevedo-- fundamentales para conocer el siglo de oro. Blecua tuvo la suerte (investigando) de hallar 45 poemas inéditos de Fernando de Herrera, que editó. Además de a nombres tan cimeros (cité ya a su Quevedo admirado), como Lope de Vega, los Argensola, aragoneses como él, o medievales, como el infante don Juan Manuel o el culto Juan de Mena...
Colaboró con Dámaso Alonso --en 1955-- en una Antología de la poesía española, y como demostración de que los estudios literarios ni pueden ni deben quedarse en lo pasado --como hacían antaño-- editó también a Valle Inclán, y una edición crítica de Cántico de Jorge Guillén --el Cántico de 1936--, editada, por supuesto, cuando Guillén aún vivía. Como Dámaso Alonso o el exiliado José Fernández Montesinos (a quienes Blecua admiraba) estamos ante un rico estudioso de la literatura que --humanísticamente-- siempre supo que saber es también vida.
Las palabras que Salvador Espriu le dedicara en 1983 --supongo que cuando se le otorgó la Creu de Sant Jordi-- resumen bellamente un talante y un estilo: "Su trato personal es exquisito. Su gusto literario, infalible. Su comprensión, ilimitada. Su tolerancia, ejemplar". Ha muerto a los 90 años y le recordará la fama verdadera, que es la del rigor y la sabiduría. Y quienes podemos tener el placer de seguir --con su labor-- aprendiendo.

Fuente de la noticia

:http://www.elperiodico.com/default.asp?idpublicacio_PK=5&idioma=CAS&idnoticia_PK=32207&idseccio_PK=16&h=030310

 



Enlaces:

 

Instituto de Enseñanza Secundaria  José Manuel Blecua Zaragoza

 

HEMEROTECA:

 

 

 

José Manuel Blecua en Zaragoza

 

El poeta Miguel Labordeta

 

 

 

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