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PROPUESTAS PARA UNA REDEFINICIÓN  DE LA COMUNICACIÓN LOCAL 

 EN LA CONVERGENCIA MEDIÁTICA

Por 

FERNANDO SABÉS TURMO

Dr. en Comunicación Audiovisual 

(Universidad Autónoma de Barcelona)

 

La comunicación Propuestas para una redefinición de la comunicación local en la convergencia mediática fue presentada al Congreso Comunicación, Universidad y Sociedad del Conocimiento, organizado por la Universidad Pontificia de Salamanca en enero de 2002, a la Mesa número 2 “Convergencia mediática” coordinada por el Dr. Marcial Murciano, decano de la Facultad de Comunicación de la Universitat Autònoma de Barcelona.

RESUMEN:

La globalización abarca prácticamente todos los ámbitos de nuestras vidas y también afecta directamente a los medios de comunicación. La mundialización de contenidos obliga a redefinir el papel de los media locales. La convergencia mediática y tecnológica, cuyo máximo exponente en la actualidad es internet, nos conduce a reflexionar sobre las tradicionales definiciones que se facilitaban acerca de los medios de comunicación locales. Probablemente, la mayor parte de ellas continúan siendo válidas en la actualidad, pero con matices. Aportamos en esta comunicación una propuesta válida para este Tercer Milenio. Se basa en la combinación de dos variables: la producción próxima al área de consumo mayoritario y la oferta de contenidos de cercanía.

SUMARY

The globalization embraces all the environments of our lives practically and it also affects directly to the media. The globalization of contents forces to redefine the paper of the local media. The media and technological convergence, whose maximum exponent at the present time is internet, it drives us to meditate on the traditional definitions that were facilitated about the local media. Probably, most of them continues being valid at the present time, but with shades. We contribute in this communication a valid proposal for this Third Millennium. It is based on the combination of two variables: the near production to the area of majority consumption and the offer of proximity contents.  

PALABRAS CLAVE:

Globalización, comunicación local, internet, producción próxima, contenidos de cercanía, internet.

 

WORDS KEY :

Globalization, local comunication, internet, near production, proximity contents, internet.

 

TEXTO DE LA COMUNICACIÓN PRESENTADA

 

El comienzo del Tercer Milenio ha confirmado una de las hipótesis que se habían comenzado a plantear en la década de los 90: la convergencia mediática y tecnológica, cuyo máximo exponente en estos momentos es internet. La entrada en una nueva era, la denominada por los teóricos como sociedad de la información, es ya un hecho y se caracteriza por un mundo en el que todo está interconectado y en el que los contenidos vinculados a una sociedad global parecen, al menos esa es la primera impresión, desplazar los de proximidad, que en teoría se difuminan, entre otras causas, con la mundialización de la comunicación.

 

Los medios audiovisuales tradicionales, como son la radio y la televisión, pretenden adaptarse a esta nueva época que les ha tocado vivir a través, fundamentalmente, de la digitalización y de esa forma aspiran a no quedarse relegados a un segundo plano e incluso ser suplantados. Pero, ¿es posible pensar en estos medios únicamente como transmisores de contenidos globalizados sin tener en cuenta el público más cercano al que esencialmente van dirigidas sus emisiones?

 

De entrada, es evidente que la respuesta a esta pregunta ha de ser no. Estos medios deben redefinirse y adaptarse a las nuevas formas de emisión que la tecnología les pone al alcance, aunque sin olvidar la audiencia y sobre todo los contenidos de proximidad que deben aportar y que son el elemento característico que les hace necesarios en nuestra sociedad. No se debe pensar en la desaparición de los ámbitos locales a los cuales van dirigidos la mayor parte de estas emisiones, sino en una redefinición de sus objetivos en relación a la globalización.

 

La radio y la televisión analógica que todos nosotros conocemos tiene sus limitaciones, pero su principal virtud -otra cosa es que sea aprovechada por los responsables de los diversos centros-, es que se conoce perfectamente la audiencia a la que van dirigidos. No obstante, con la convergencia tecnológica que permite internet esta premisa queda, al menos, en entredicho.

 

La digitalización de ambos medios y su incorporación a un sistema de transmisión como puede ser la red rompe con todos los moldes que hasta hace unos años se creían plenamente sólidos en cuanto al público que recibe la señal. Es evidente que el ámbito de influencia de los distintos operadores cambia de forma considerable -del local, regional, nacional, estatal o internacional pasa al global- y este aspecto permite reflexionar sobre si la política programática de cada uno de estos centros debe también variar. Parece razonable que sí, aunque en la forma no sería tan sencillo ponernos de acuerdo.

 

Si tomamos como válido este punto de partida, es necesario reflexionar sobre si esta convergencia tecnológica a la que nos aboca internet conduce a la desaparición de los espacios locales que han podido ser perfectamente delimitados en la era del broadcasting, terminología adoptada por algunos autores para denominar la etapa en la que la comunicación se basaba en la señal analógica, o simplemente conduce a una redefinición de este vocablo.

 

Estamos convencidos de que lo local seguirá vigente en las próximas décadas, entre otras razones por la necesidad que tenemos los ciudadanos de conocer lo que sucede en nuestro entorno más próximo, en el que incluso podemos ser actores de las informaciones que aporten los diferentes medios. Eso sí, también somos conscientes de que la percepción que tengamos de este ámbito puede variar.

 

Estas áreas próximas deben poder ser perfectamente delimitadas también en la sociedad de la información como se hizo en el broadcasting, pese a que la mundialización de contenidos es un hecho que se hace patente. Sin embargo, creemos conveniente reflexionar sobre la comunicación local en la actualidad, en un momento en el que la globalización parece haberse consolidado en todos los ámbitos de nuestras vidas, y sobre todo en el de la comunicación.

 

Como hemos indicado, durante la época en la que primaba la tecnología analógica se hablaba de espacios geográficos en función del área de cobertura de cada uno de los medios analizados, fundamentalmente radio y televisión, cuando hacíamos referencia a los audiovisuales. Los límites establecidos eran prácticamente fijos y estaban marcados por la potencia de la señal emitida.

 

Esta situación cambia a partir de principios de los 90, momento en el que se puede decir que comienza el salto hacia la sociedad de la información. Establecer unos límites en la actualidad es prácticamente imposible si solamente tomamos en consideración el área de cobertura, el criterio que había sido admitido como válido hasta ese momento. La globalización de los contenidos ya se acentuó en los últimos años de la década anterior. “De un extremo a otro del planeta se impone un estilo de vida parecido, expandido por los medias y prescrito machaconamente por la cultura de masas” (Ramonet, 1997:63).

 

En la era del broadcasting, los límites entre unas zonas y otras se modificaban en función de los criterios que se adoptaran para  realizar la clasificación, es decir, políticos, lingüísticos, culturales, étnicos, … Un mismo territorio podía ser incorporado a un área u otra dependiendo del elemento discriminatorio adoptado. Sin embargo, era relativamente sencillo hallar un término medio, una clasificación que podía ser aceptada por un grupo amplio de investigadores.

 

Si reflexionamos sobre este aspecto en la actualidad, en la era digital todavía es mucho más complicado alcanzar un consenso. “Vivimos en un mundo de transformaciones que afectan casi a cualquier aspecto de lo que hacemos. Para bien o para mal nos vemos propulsados a un orden global, que nadie, comprende del todo, pero que hace que sintamos sus efectos” (Giddens, 2000:23).

 

Las divisiones admitidas en la era en la que primaba la tecnología analógica no pueden ser aceptadas en la actualidad, o al menos se tambalean con la convergencia tecnológica, fundamentalmente por medio de internet. Este hecho nos conduce a analizar sobre la posibilidad de incorporar unos nuevos límites, similares a los anteriores, o al menos a establecer unas fronteras que nos facilite el análisis de los medios, tanto los tradicionales como los nuevos. Un elemento esencial es comprender qué podemos calificar como un centro local, un tipo de comunicación que anteriormente había sido delimitada en función de un área de cobertura específica, pero que en estos momentos, con la incorporación de la transmisión transnacional, queda difuminada. Estamos obligados a utilizar nuevos parámetros para consensuar una definición válida y aplicable a las diferentes investigaciones sobre esta materia.

 

En las últimas dos décadas han sido múltiples los modelos de comunicación local aportados por los investigadores. En función de algunos de ellos creemos que hay que partir de dos variables para analizar este tipo de medios en la sociedad actual: la cobertura geográfica y la oferta de contenidos de proximidad. No podemos entender esta forma de comunicación sin la combinación de estas dos variables que hemos planteado.

 

La primera de ellas hace referencia, principalmente, al área de cobertura, es decir, tomamos como punto de partida la definición consensuada en la era del broadcasting. Tradicionalmente se ha establecido el municipio como sinónimo de local, aunque también podemos adoptar la comarca, e incluso en determinadas áreas la autonomía y la región. “Los conceptos más extendidos en el ámbito de nuestro objeto de estudio son los de televisión regional y televisión local. Con el primero se denominan aquellas actividades de cobertura específica y deliberadamente regional (menos que la cobertura estatal y mayor que la local), en el doble sentido geográfico y periodístico (de contenidos), mientras que con el segundo nos referimos a las emisiones de cobertura específicamente local (generalmente de ámbito urbano o municipal)” (Moragas, Garitaonandía y López, 1999:18).

 

En este mismo sentido, Moragas y Prado  (2000) establecen dos modelos en lo que denominan televisión de proximidad: regional y local. “Dentro de la tipología de televisión de proximidad, aquella más propiamente de ámbito local es más compleja en todos los sentidos que la regional, también por lo que hace a la presencia de los sectores público y privado, o su posible inclusión dentro de la categoría de servicio público. Es innegable, por un lado, que la televisión local tiene en Europa unos orígenes claramente vinculados a valores y reivindicaciones no comerciales, participativas y comunitarias, pero también asociados a un rechazo de la concepción clásica, monopolítica y monolítica, de la televisión pública. Las televisiones abiertas (open chanels), las emisoras libres y/o piratas, los canales comunitarios y municipales” (Prado y Moragas, 2000:295).

 

Tomando únicamente en consideración el criterio de la cobertura, proponemos la siguiente tipología de medios locales, aunque avanzamos que esta clasificación tiene algunas deficiencias que posteriormente intentaremos subsanar para que este modelo pueda ser válido en la era digital y no solamente en la del broadcasting:

   

1.- Emisoras de las grandes cadenas que realizan desconexiones.

  

2.- Las pertenecientes a una gran empresa pública (desconexión).  
3.- Las privadas independientes.  

 

4.- Las controladas por grupos sociales o políticos.

5.- Las municipales y comarcales públicas.  

 

 

Estos medios pueden tener una cobertura mínima, estrictamente la del municipio en el que están situadas, pero además puede ser mayor, esencialmente comarcal, aunque también provincial e incluso autonómica y regional.

 

No obstante, esta clasificación contiene muchas limitaciones por lo que no puede ser catalogada como válida. Pensamos que sería conveniente aplicarle el segundo de los parámetros de los que hemos hablado anteriormente, es decir, el de la proximidad de los contenidos que se ofrecen. ¿Hasta qué punto, por poner un ejemplo, una radio o televisión se puede considerar local si durante gran parte del día se dedica a reemitir la programación elaborada por otro operador situado a cientos o miles de kilómetros? A nuestro entender, es imposible hablar en estos casos de comunicación local.

 

Por lo tanto, es necesario cruzar los criterios de cobertura y de proximidad para poder definir estrictamente lo que es la comunicación local en la era digital. Sin embargo, esta formulación, que podría ser aceptada por los investigadores, también genera algunas reservas, sobre todo por la incorporación de contenidos de cercanía en internet. Es imposible limitar la cobertura en la red, ya que ésta es global, por lo que entonces se plantea la posibilidad de eliminar esta variable, un aspecto que nosotros rechazamos, ya que la consideramos importante para determinadas formas de comunicación.

 

Es difícil pensar que estos contenidos locales pueden ser consumidos por alguna persona que no esté relacionada con la colectividad para la que originalmente fueron diseñados, es decir, consideramos que es muy limitado la utilización que se pueda generar fuera del área de proximidad al que van dirigidos. No obstante, su incorporación a esta nueva forma de transmisión global sí permite a las personas que están distanciados de su grupo de origen obtener información de lo que sucede en la zona de la que proviene o con la que está vinculada.

 

Los contenidos incorporados en internet pueden ser locales para un determinado grupo de personas, es decir están destinados a demarcaciones más o menos concretas, pero eso no impide que puedan ser recibidas de forma transnacional.

 

El término local, como hemos visto, adquiere un nuevo papel en la sociedad globalizada. Pese a que el elemento geográfico cada vez queda más en entredicho, éste continúa teniendo cierta validez, sobre todo al cruzarlo con el de contenidos de proximidad, criterio que creemos esencial para definir todos los medios locales, tanto los tradicionales como los nuevos que están surgiendo.

 

La convergencia tecnológica en internet debe ser aprovechada para potenciar todavía más la comunicación local y parece evidente que no servirá para eliminar estos medios, sino más bien para potenciarlos, siempre que se utilice de forma correcta. Es evidente que la red y las nuevas formas de comunicación favorecen la globalización, pero de rebote los espacios locales deben reclamar su pervivencia y es en este momento cuando entran en juego los contenidos de proximidad.  

 

Hemos considerado tres objetivos esenciales que debe plantearse la comunicación local y que han de aplicarse para evitar su dispersión dentro de la convergencia mediática y en el fenómeno de transnacionalización creciente en nuestro mundo:  

 

1.- Permitir la búsqueda de un espacio local en la globalización.  

 

2.- Mantener o crear una identidad propia.  

 

3.- Facilitar la información de proximidad.  

 

1.- Permitir la búsqueda de un espacio local en la globalización:

El proceso de globalización al que está sometida la sociedad actual hacía prever hace unos años, e incluso algunos también lo piensan en la actualidad, que desembocará en la eliminación de las culturas minoritarias, en la desaparición de los espacios locales. El Informe de la Comisión Internacional para el Estudio de los Problemas de la Comunicación, más conocido como Informe McBride, publicado en 1979, recogía este fenómeno. “Para bien o para mal, los medios masivos tienen una responsabilidad enorme frente a la cultura, ya que no sólo la transmiten sino que también seleccionan y originan su contenido. Aunque existen todavía muchas formas tradicionales e interpersonales de cultura, es cierto que los medios masivos proveen la sustancia cultural para millones de personas y están creando en efecto una cultura nueva para las generaciones venideras. (...) Otra desventaja de la comunicación masiva, que ha alcanzado proporciones peligrosas, es la amenaza de la dominación cultural. Cuando predominan los modelos culturales que reflejan estilos de vida y valores ajenos, puede correr peligro la identidad cultural” (McBride, 1987:55-56). Los cambios que se debían desarrollar en las próximas décadas conducirían, como señalaba el Informe McBride, a la desaparición de las raíces y tradiciones de los pueblos.

 

Sin embargo, se ha podido comprobar que estas conclusiones tan catastrofistas que se apuntaban en este trabajo no se han cumplido, al menos de momento, aunque sí es cierto que se han producido importantes variaciones en los espacios de proximidad motivadas por la influencia de la globalización. “Uno de los principales riesgos culturales que plantea la actual estructura de dominio y dependencia, en el terreno audiovisual, es que la corriente que genera tiende a la desestructuración, a medio y largo plazo, de los sistemas socioculturales locales -definidos históricamente en sus propias tradiciones culturales-, y a su sustitución por un sistema sociocultural transnacional fundamentado, principalmente, en los estereotipos, valores y formas de comportamiento consumistas a los que da forma la expansión del capitalismo contemporáneo, según una espiral de necesidades y expectativas crecientes originada por la reproducción del centro del sistema mundial” (Murciano, 1992:203).

 

En la actualidad, a través de internet y de otros medios, cualquier persona puede ser espectador de los acontecimientos que se producen en otro punto del globo, independientemente de su lejanía. Se podría decir que las innovaciones tecnológicas democratizan la información, aunque este aspecto no es del todo cierto, ya que una serie de intereses controlan gran parte de los contenidos que se ofrecen y no todo el mundo tiene a su disposición las herramientas necesarias para conseguir descifrar esas comunicaciones.

 

Lo que sí es cierto es que con la tecnología necesaria es tan sencillo obtener noticias de los acontecimientos que se producen en otro país como recibir información de los sucesos que se dan a unos pocos metros o kilómetros del lugar en el que estamos. De este hecho se puede extraer dos importantes consecuencias:

 

A.- Iguala a las personas en cuanto a las posibilidades de consumo de información, independientemente del lugar en el que residan, aunque no la totalidad de los países disponen de la tecnología necesaria para confirmar esta premisa.

B.- La posible disminución de la importancia de la tradiciones y las características culturales propias, aunque como se ha comprobado en las dos últimas décadas se ha consolidado el fenómeno que responde a este hecho y se ha ofrecido una respuesta desde el localismo a la supuesta aparición de una aldea global. “Pero este fenómeno de globalización de las sociedades no puede oscurecer otro proceso no menos significativo y paralelo: el auge de los espacios locales y regionales, a nivel económico, político y cultural.” (Moragas, Garitaonandía, López, 1999:16).

 

Los diferentes grupos culturales necesitan hallar un espacio local en el que puedan prevalecer sus intereses como colectividad y en el que confían en mantener sus características propias que les hacen diferentes del resto. “De ahí, a su vez, que vaya ganando cada vez mayor peso la noción de identidad cultural, planteado por lo general con un carácter defensivo frente a la globalización de la cultura, frente a la pérdida gradual de determinados rasgos propios de diversas tradiciones culturales; pero también como un mecanismo que permita andar la identidad colectiva” (Aguilera, 1998:10).

 

La globalización, fenómeno imparable que parece acabará consolidándose en los próximos años, conlleva a la vez también el fortalecimiento de determinados espacios locales. Ésta es la respuesta de los diferentes grupos culturales que no renuncian a un consumo transnacional a través de los diferentes medios que la tecnología pone a su alcance, pero que busca la pervivencia de sus características propias. “Lo global y lo local son dos caras de un mismo proceso fruto de una globalidad económica y la combinación de un entrecruzamiento de una cultura global y de identidades culturales locales reemergentes” (Bustamante, 2000:4).

 

Los diferentes grupos necesitan consumir contenidos de proximidad, sobre todo informativos, aunque sin renunciar a aquellos que provienen del exterior. El público, la audiencia, no tiene suficiente con disponer de múltiples datos sobre acontecimientos que se den a cientos de kilómetros, sino que desea conocer lo que sucede en su entorno y no solamente a través de los medios de comunicación tradicionales, sino también, por ejemplo, por medio de internet.

 

La vinculación entre la comunicación local y la global nos lleva incluso a afirmar que la supervivencia de la primera está estrechamente ligada a la segunda. Es decir, miembros de diversos grupos pueden continuar consumiendo contenidos de proximidad a través de las nuevas tecnologías, pese a estar lejos del territorio en el que vive la mayoría de su colectividad. La elaboración es próxima, aunque su consumo puede ser global. Este fenómeno ha sido bautizado por algunos autores con el neologismo de glocal. No obstante, otros investigadores han definido este término como un ocultamiento de la producción mundial haciéndola parecer que es próxima, pese a ser mundializada. Ambas definiciones pueden ser aceptadas, pero nosotros preferimos adoptar la primera.

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2.- Mantener o crear una identidad propia: Los medios locales, es decir aquellos que ofrecen una serie de espacios de proximidad, deben favorecer la creación o la pervivencia de la identidad propia del grupo al que van dirigidos. Las características culturales de estas personas han de ser incorporadas en sus emisiones con el fin de mantener sus señas de identidad ante otros colectivos. “La intención de preservar la cultura propia y la necesidad que tiene todo receptor de sentirse partícipe del contenido de los medios que lo rodean, es la única arma que tienen los medios locales para equipararse a los demás en el proceso de globalización” (Barbeito y Perona, 1999).

 

El consumo de informaciones de cercanía permite dar una mayor importancia a todo aquello más próximo y sobre todo también conlleva a un fortalecimiento de las señas de identidad propias. “En un mundo de la globalización de la comunicación es esencial el mantenimiento de identidades culturales diferenciadas a fin de estimular el sentido de pertenencia continuada a una sociedad concreta” (Borja y Castells, 1997:16).

 

Esta situación pone de manifiesto la necesidad que tienen estos grupos de contar con medios de comunicación que deberán incorporar las nuevas formas de transmisión mundializada para continuar vinculando a las personas que han dejado el núcleo originario del colectivo y han emigrado a otras zonas. Estos media no pueden quedar anclados en las formas tradicionales de emisión y, sin renunciar a ellas, deben también apostar por las innovaciones tecnológicas.  

 

 





3.- Facilitar la información de proximidad: Podríamos decir que la información de proximidad es una de las principales características que han de tener todos los medios de comunicación locales. La incorporación de este tipo de contenidos permite la supervivencia de esta forma de comunicación. Los centros locales, tanto los tradicionales como los nuevos, no pueden competir en la elaboración y difusión de información internacional y estatal con los grandes operadores, sino que son en estos contenidos de cercanía en los que deben marcar sus diferencias y a la vez, también, son la base sobre la que debe girar su supervivencia.

 

En este sentido, Moragas señala que las redes de proximidad necesitan explotar las ventajas de que disponen frente a las estatales y transnacionales “al ofrecer, en exclusiva, la posibilidad de: a) representar la realidad local y regional como distintas y relacionadas con la realidad nacional y transnacional; b) presentar e interpretar las noticias y las crónicas sobre política, cultura y economía nacional e internacional a partir de claves de selección y de referencia basadas en las especifidades y en los intereses regionales; c) realizar y dar visibilidad a las relaciones que la región mantiene con otras realidades regionales del mismo Estado e internacionales, y a los proyectos que se derivan de estas relaciones” (Moragas, 1996:50).

 

Las personas se sentirán identificadas si perciben una acción socializadora de los medios locales, que se lleva a cabo, entre otros aspectos, con la incorporación de contenidos de cercanía con los que se sienten partícipes tanto en su producción, ya sea por la implicación en el hecho o por la participación no profesional, como también en su consumo.

 

“Los medios de proximidad multiplican sus oportunidades para que el receptor (lector, oyente o telespectador) se convierta, a la vez, en actor; se plantean -los medios locales- como resultado de una reunión en la que un colectivo trata temas que le interesan, le influyen y le afectan. El espectador es interpelado como ciudadano más que como consumidor. (...) Mientras se buscan nuevas estrategias que permitan superar este reto, los medios locales deben explotar otras actividades que tienen a su alcance: crear hábitos hasta conseguir que la audiencia interiorice nuestra parrilla de programación o secciones de nuestro periódico; efectuar un seguimiento privilegiado de los acontecimientos sociales del entorno local, explotando aquellos puntos a los que no pueden llegar medios estatales o regionales; dar cobertura especial a los personajes y acontecimientos de interés particular en la localidad; buscar la repetición y el diferido, ya que el público de los programas y el diferido es el mismo sujeto; ofrecer una cobertura colateral a acontecimientos de interés general, valorar en la medida de lo posible la magnitud de acontecimientos inesperados (accidentes, sucesos, etc.), cuidar las relaciones con las fuentes oficiales de proximidad y trabajar la documentación y el archivo, elemento exclusivo con respecto a otros medios; actuar, organizar y participar activamente en acontecimientos sociales, culturales y deportivos” (López, Galindo y Villar, 1998).

 

Esta implicación del ciudadano, aunque en este caso únicamente como consumidor, lleva a la posibilidad de establecer un feed-back, un elemento que no puede pasar desapercibido en la comunicación local independientemente del medio de transmisión utilizado. La respuesta, el contacto con nuestra audiencia, ha de ser fundamental.

 

Esta relación con el consumidor tiene que ser potenciada todavía más cuando se trata de medios locales que son emitidos de forma global a través de internet. La relación que se pueda mantener con el público disperso en todo el globo hará que estas personas se sientan más partícipes de los hechos, acontecimientos…, que desarrolle el grupo del que han formado parte anteriormente y con el que se mantienen identificados.

 

Los medios locales necesitan adaptarse a la nueva situación de convergencia tecnológica que se está conformando. La comunicación de proximidad no puede renunciar a las posibilidades que le ofrece, por ejemplo internet, con el fin de utilizar este canal para ser consumida a nivel global, pese a ir dirigida a un público muy concreto, aunque éste no tiene porqué estar concentrado únicamente en un área geográfica concreta. No obstante, este hecho sí se produce en la mayoría de los casos.

 Ver bibliografía

 



 



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