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La escritura
en modalidades lingüísticas hispánicas 
y los ortólogos
 
Dossier Foro de Belsana Agosto 2002
 
14/08/2002 19:15 a 21/08/2002 19:49
 
Elaborado por Antonio Viudas Camarasa
 
Respetamos el original expuesto en el foro de Belsana
 
Asunto y remitente

TEXTO del foro de Belsana

La farsa del 'ehtremeñu', o el ideal cateto de la lengua

Anónimo
14/08/2002 19:15

4 Mensahis

[Anónimo plagiario (Vid. infra)]

La farsa del 'ehtremeñu', o el ideal cateto de la lengua

Ha aparecido una página en la Internet titulada ‘Belsana. Primel revista ena redi alreol de l'estremeñu (http://www.extremaura.com )’. ¿Qué pensar de ella?

La revista referida (véase la página antes mencionada) reúne diversos materiales que vienen a proponer la hipótesis de constituir el ehtremeñu en lengua independiente del español. Dejemos para los lingüistas el desmontar los "fundamentos" teóricos en que tal cosa pretende ampararse. Limitémonos, por el momento, a formular algunas consideraciones generales, con el debido respeto a las personas, pero sin reparos a la hora de enjuiciar críticamente las ideas.

Parece claro que el sentido y la función de una lengua radica en su capacidad para la comunicación. Cuanto mayor sea la comunidad lingüística, más amplia, fácil y eficiente será la comunicación. El español que hablamos en Extremadura participa de una lengua sólida, unida en su diversidad y diversa en su unidad.

A contrapelo de eso, contemplamos la manufactura de una sedicente lengua extremeña, con aires de Frankenstein idiomático. El procedimiento consiste en hacer acopio de cuantas formas incultas ha sido posible registrar, por heteróclitas y dispersas que sean, tomadas del habla de algunos extremeños de aquí y de allá. Luego, selecciona una de las variantes -cuanto más palurda, mejor- y se someten a eliminación todas las demás. Los muñidores de esta neolengua convierten las anomalías catetas en la norma del ehtremeñu, excluyendo en lo posible y proscribiendo las formas prosódicas y ortográficas correctas, del español normal, reputadas ajenas al extremeño. En un alarde de empirismo mostrenco, perversión epistemológica, manipulación de autores e ideología etnicista, Nicolás Valle y Peiru Valerianu (sic) junto a otros colegas citados en la página, presentan, puesto por escrito, un engendro teratológico, tan innecesario como insolente, y ofensivo para quienes hablamos dentro de la variabilidad corriente del español por estas tierras.

Estamos ante un caso como el de esas lenguas que, habiendo ya una lengua común, se inventan y aprenden para incomunicarse de los demás, traicionando así el sentido elemental de lo que debe ser socialmente una lengua.

Invocar, como hacen los citados Nicolás Valle y Peiru Valerianu, un principio implícito que reclama para las diferentes ejecuciones o realizaciones fonéticas del español el estatuto de una lengua aparte supone un disparate de tal calibre que equivale a planear un atentado mortal contra la lengua común. A todas luces fracasará, pero lo que se propone es, ni más ni menos, dinamitar arteramente la lengua española y fraccionarla en un sinnúmero de dialectos, que tenderían con el tiempo a hacerse ininteligibles entre sí. ¿Quién saldría ganando con la destrucción del valor de comunicación transnacional que posee esta bella síntesis que es el español? Sólo un iluminado querría segregar a Extremadura de la comunidad de los hispanohablantes.

En la página mencionada nos topamos con una muestra de funesto particularismo diferencialista, cuyas consecuencias prácticas no serían otras, en el más inocuo de los casos, que el desperdicio de energías, que se encaminarían mucho mejor hacia el cultivo del español común, ya sea en el campo de la narración, la poesía, las ciencias, los medios, la vida cívica o Internet. Infeliz la gente joven que se que ilusione incautamente con semejante mascarada del ehtremeñu: acabarán descarriados en una pérdida de tiempo, quizá de dinero y sin duda de la sensatez.

Las lenguas no son, claro está, inmutables ni eternas, sino históricas. Como todas, la española evoluciona, pero, en un contexto como el actual, en las antípodas del aislamiento comunicativo, tiende más bien al reforzamiento de su unidad y a favorecer la síntesis y la comprensión entre todos sus hablantes. Resulta una chaladura promover e hipostasiar las formas distorsionadas e incultas, e inventar a partir de ellas nada menos que una «lengua», lo que conduciría a la ruptura de comunicación y la incomprensión con los demás. En efecto, se pretende romper la transición gradual existente, que asegura el flujo inteligible de la información entre las ejecuciones más formales y las más relajadas de la misma lengua, entre sus variantes territoriales y poblacionales.

No es bienvenido ese proyecto que postula la separación y el aislamiento lingüístico del los extremeños, exhortados a formar una secta que opta por constituir en sistema una caricatura vergonzosa del habla extremeña, cocinada como un gazpacho indigesto al que se han añadido cuantas variantes erróneas, corruptas, ramplonas, idiotas y palurdas pueden encontrarse ocasionalmente. Tal proyecto de convertir las anomalías en norma nos parece un proyecto abyecto. Es lesivo para la sociedad extremeña, intolerable, denunciable ante la opinión pública y las instituciones educativas, pues implica una propuesta aberrante de hacernos lingüísticamente marginales, mutantes y sectarios, y esto no merece ninguna simpatía sino tanto desprecio como la destructividad y la irresponsabilidad sociocultural que entraña.

La lengua española que de hecho hablamos es suficientemente buena y universal como para que merezca la pena cuidarla, cultivarla, respetarla. Se trata de enriquecerla y enriquecernos con ella, no de desbaratarla. Todas las variantes prosódicas peculiares que se dan en Extremadura son perfectamente alomorfas e inteligibles. Pero la sarta de variantes distorsionadas e incultas, que nuestros padres fundadores del ehtremeñu pretenden consagrar, cabe tenerlas por residuales, pues con su desaparición nada se perdería. Es un abuso y una falsificación el remarcar todo lo que difiere o separa, ocultando lo que une e identifica el habla extremeña con el español. La identidad compartida en el plano de la lengua es infinitamente mayor que las diferencias en la ejecución y los rasgos dialectales que pueda haber. Definir la propia identidad mediante el acantonamiento en un puñado de diferencias, aparte de estar falto de lógica, es socialmente patológico y culturalmente dañino y empobrecedor.

Nadie trata de negar las diferencias sino de situarlas en el marco del sistema general y común al que pertenecen. Es evidente que en toda lengua se dan tendencias diferenciadoras e incluso disgregadoras, como también tendencias a la integración y la síntesis. La cuestión es para qué ese intento de fomentar la disgregación y la separación del ehtremeñu, para qué esa manía identitaria llevada hasta el esperpento, para qué ese camino hacia ninguna parte. Desconfiemos de este ideal paleto, disfrazado con ínfulas de «pelea indigenista/ culturalista/ nacionalista en su versión extremeña» y alucinado como «tarea emancipatoria». ¡Dios nos libre de nuestros libertadores!

Lo más peligroso estriba en que la mal disimulada mitomanía subyacente a la idea del idioma ehtremeñu propendería, si pudiera, no ya a proponer sino a imponer el uso oral y escrito del invento, lo que desencadenaría una fractura social entre los devotos de la cofradía del ehtremeñu y los infieles que defenderíamos la corrección del español, tolerando siempre el amplio margen del pluralismo realmente existente. Estemos en guardia, porque se adivina cuál es el sueño de esos abanderados de la alucinación extremeña y el ideal cateto de la lengua. Si alguna vez alcanzaran poder político, nos meterían a todos en ikastolas de castigo, hasta inculcarnos esa aljamía grotesca. De ella, sin embargo, no dejará de carcajearse cualquier extremeño en su sano juicio.

A los extremeños nos avergüenza y nos indigna que se diga que nosotros hablamos como se transcribe en esa página. No hay ni un solo extremeño, ni culto ni inculto, que hable así. Estamos frente a un espejo deformante y, tras una primera impresión «graciosa», nos sentimos profundamente ridiculizados. El sainete de los Álvarez Quintero ha sido llevado ahí hasta la astracanada, que el diccionario de la lengua española define como «farsa teatral disparatada y chabacana».

Un castúo habla claro
Para el empirista mostrenco

castúo - 16/08/2002 20:24

Para el empirista mostrenco

En primer lugar antes de soltar una parrafada de este tipo hay que firmar con nombres y apellidos o a lo mejor es que le da miedo no vaya a ser que le pongamos una bomba estos nacionalistas catetos, palurdos y recopiladores de toda la miseria y la incultura existente en Extremadura.

Querido amigo se ha retratado muy bien y ha hecho bien en no firmar su antología del disparate porque ha demostrado que aquí si hay algún palurdo e inculto ese eres tú.

Vas soltando exabruptos unos detrás de otros, quizá porque te haya dado demasiado el sol y sin realizar ningún tipo de análisis serio vas realizando una detrás de otras infundadas acusaciones sin ningún tipo de argumento razonado, a saber:

1.- La revista Belsana quiere constituir el extremeño como lengua independiente del español. Ya empezamos mal querido amigo porque no sé de dónde coño ha deducido

Para el empirista mostrenco (2) -

castúo - 16/08/2002 20:47

Para el empirista mostrenco (2) -

Continúando el mensaje anterior, te comentaba que no sé de dónde has deducido tamaña barbaridad. En primer lugar el extremeño no es ninguna lengua sino un dialecto y eso no le afecta al castellano para nada.

Gracias al español nos podemos comunicar cuatrocientas millones de personas pero que tendrá eso que ver para la pervivencia de muchos dialectos y lenguas en España que no hacen otra cosa que enriquecer nuestra cultura que ha estado influenciada a lo largo de sus historia por todo tipo de pueblos.

Hace poco he estado visitando el Valle del Jálama, en el que tres pueblos extremeños, San Martín de Trevejo, Eljas y Valverde del Fresno han dado un ejemplo a todos los extremeños de lo que es estimar su cultura conservando el habla de sus antepasados: La fala do Xálima.

Precisamente pude charlar con una señora que emigró a Francia y sabía hablar el mañegu, francés, inglés, portugués y algo de árabe. Así que vete a tú a decirle que por hablar mañegu es una cateta y una palurda.

Aunque claro, tú debes ser de esa otra rama de emigrantes que cuando vinieron de los madriles y de las barcelonas, habían perdido el acento de su tierra "tan cateto" y hablaban con "esos finos palrares" pronunciado las eses, que quedaba muy bien ante los paisanos con ese aire de superioridad, patético, sin darse cuenta que habían perdidos las más esenciales señas de identidad de un pueblo que es su habla.

Y haz el favor de no hablar en plural ya que no representas a nadie, porque si te avergüenza y te indigna (sic), la forma de hablar de tus antepasados, ese es tu problema. Y te puedo garantizar que todavía hay lugares en Extremadura que se habla así, aunque lógicamente cada vez menos y en personas de avanzada edad por la gran influencia que han ejercido los medios de comunicación y los empiristas mostrencos como tú que se avergonzaban de lo propio.

Por último un consejo, si tanto quieres defender al español en lugar de arremeter con pobres dialectos agonizantes, más te debías de preocupar por la inquietante invasión de anglicismos que está sufriendo el idioma español con la complacencia de la Real Academia de la Lengua que cada vez incluye más en las diversas ediciones de su diccionario y deja de ver fantasmas segregacionistas y nacionalistas con rabo dónde sólo hay un poco de afecto por lo propio.

Saludos de un cateto.

Desde Peñaparda cantan bastos

Tu gran chalra sólu mereci una respueste chica -

  Jusé Benitu Mateos Pascual (Peñaparda) - 15/08/2002 00:51

Tu gran chalra sólu mereci una respueste chica -

Si de verdá crés que naidi palra asina, lo únicu que puéu idilti es que nu conocis Estremarua.

El estremeñu (u castúo) u, nel mi casu, la "palra d'El Rebollal" (en la comarca d'El Rebollal, Sierra de Gata del lau de Salamanca) existin, aunque haiga genti comu tú que miri pa otru lau u quiera intierrala.

Un saludu.

El Director de  Belsana replica
El nacionalismo español asustado o la estupidez del arrogante. Mensaje para el mostrenco  

Nicolás Valle, de Belsana
17/08/2002 20:52
1 Mensahi

 

Para el mostrenco melancólico.

En mi nombre y en nombre de Peiru (sic).
Has escrito un montón de líneas y sin embargo hablas de oídas. De oídas, porque ni te has molestado en leer Belsana (lo de "ehtremeñu" lo prueba).

Las afirmaciones deben fundamentarse; si no, son mentiras.

Lamento desilusionarte, no somos etnicistas, ni defendemos que el extremeño sea un idioma, ni abogamos por ninguna opción de carácter ideológico. ¿De dónde narices sacas eso?

Es sencillamente una revista de actualidad sobre un dialecto que agoniza, sin mas historias, de verdad. ¿Dónde ves política en las poesías de Camisón (licenciado en filología inglesa y francesa, por cierto), o en el artículo del "picapeci" o en el de "La Loa" (un escrito de los años 50, una época de "unidad" que seguro que echas de menos)...?

En cuanto a que nos inventamos un idioma, se nota que eres, sencillamente un ignorante. Léete la escasa literatura escrita en extremeño.

A parte de mentiras, errores de bulto e insultos, tu carta, simplemente, es un coprolito (por lo de mierda y por lo de anticuado) nacionalista (también debería añadir aburrido). Tu anónimo repite los argumentos clásicos del nacionalismo excluyente y criminal que se siente amenazado, en este caso, por el habla de unos campesinos (paletos, insulto desafortunadísimo para tratar a nuestros hombres y mujeres). ¿Qué propones para los que hablamos extremeño?: los campos de reeducación o directamente el tiro en la nuca?

Tus líneas solo son una demostración de estupidez y arrogancia.

Escribiré extremeño tal como lo hablo. Escribiré castellano y catalán tal y como me lo enseñaron. Y hablaré y escribiré en francés, inglés y portugués tal y como aprendí en la academia, en el trabajo y después de dar la vuelta al mundo varias veces, el mismo mundo donde está Extremadura, una región de España donde aún se hablan diversos dialectos, un patrimonio poco usual.
El responsable de dialectus.com también opina
... Nicolás no es Jean-Pierre Cargol, el gitanillo inmortalizado por Francois Truffaut, a quien hay que enseñarle a hablar.

Antonio Viudas Camarasa
18/08/2002 13:19
1 Mensahi

... Nicolás no es Jean-Pierre Cargol, el gitanillo inmortalizado por Francois Truffaut, a quien hay que enseñarle a hablar.

 

Nicolás Valle Morea (en réplica a la incomprensión, ignorancia e insultos de un nacionalista hispano-extremeño posiblemente, culto e ignorante a la vez, con el miedo visceral a nombres y apellidos, que se considera ingenuamente persona conocida y temerosa de pillarse los dedos, valientemente amparada en el oscurantismo del anonimato del que cree extraer una fuerza sobrenatural) acaba de escribir una frase afortunada en español normativo, que puede ser pronunciada correcta y libremente en las numerosísimas prosodias geográficas y sociales hispánicas, además de la idiolectal anónima en que ha sido escrita. La frase es digna de figurar en la antología de un dialectólogo-sociolingüista. La ofrezco traducida también a mi habla ribagorzana natal (quedamos pocos usuarios, alrededor de mil):

En español normativo:
"Escribiré extremeño tal como lo hablo. Escribiré castellano y catalán tal y como me lo enseñaron. Y hablaré y escribiré en francés, inglés y portugués tal y como aprendí en la academia, en el trabajo y después de dar la vuelta al mundo varias veces, el mismo mundo donde está Extremadura, una región de España donde aún se hablan diversos dialectos, un patrimonio poco usual".

Traducción al ribagorzano de Santistebe:
"Escriure extremeño tal coma el arragono. Escriuré castellano y catalá tal y coma me el van enseñá. Y arragonaré y escriuré en francés, inglés y portugués tal y coma el vai aprendre a la academie, al treball y dispués de doná la güelte al món varies vegades, el mateix món agón está Extremadure, une regió de España agón encare se arragonen diversos dialectos, un patrimoni poco usual"
Léase la traducción como la pronunciamos todos los paisanos de Santistebe de Llitere /San Esteban de Litera (Huesca).

Valle Morea muestra el sentimiento de un hablante nacido en un núcleo rural extremeño, Acehuche (Cáceres), que deja constancia de cómo aprendió a hablar "modo naturale", con el boca a boca inmemorial, repitiendo léxico, expresiones y sentimientos de sus padres, abuelos y convecinos, sin libros ortológicos ni prosodias normativas.

Vamos que Nicolás no es Jean-Pierre Cargol, el gitanillo inmortalizado por Francois Truffaut, a quien hay que enseñarle a hablar. Es un español nómada como tantos ha dado Extremadura. Unos se han asimilado a la lengua y costumbres en donde han tenido oportunidad de buscarse la vida, otros como Nicolás, además de aprender los idiomas necesarios para ganarse el pan del día a día, ha tenido la osadía, desde adolescente, de escribir como hablaba en su terruño natal, que tanta historia de España alberga, en la margen derecha del río Tajo, donde alguno de sus antepasados de origen noble portugués ejerció de barquero hasta que la Confederación Hidrográfica del Tajo liquidó el oficio histórico muy cerquita del Puente Alconétar.

Se maneja en cinco idiomas aprendidos en el traqueteo de la vida. No ha tenido que ir a un colegio de sordomudos a que le enseñaran una lengua de comunicación universal que, siempre y en todas partes, pretenden imponer los poderosos para tener incomunicados y dominados a los pueblos socialmente sin derecho a voz. Mientras día a día desaparecen lenguas minoritarias por asimilación de sus hablantes a las lenguas económicamente rentables, numerosos intelectuales en todo el mundo se preocupan por alejar de la muerte segura formas lingüísticas que aprendieron de niños. Nicolás Valle Morea es uno de ellos.

Valle Morea ha tenido los perendengues suficientes de escribir y crear "Belsana" y sentirse orgulloso del balbuceo de aspiraciones fonéticas, modos fonológicos, sintácticos y léxicos que enriquecen el patrimonio lingüístico de la Humanidad.

"Belsana" es ejercicio de libertad en Internet, al mismo tiempo que en cierto pueblo de Badajoz, lindando con Cáceres, hay una maestra de niños, que este curso escolar de 2001-2002, castigó a copiar cien veces la frase "No diré ni pronunciaré más la palabra ´chacho´". El innovador metodo pedagógico no tuvo buen resultado. Decidió desde el último abril multar a sus educandos con 50 céntimos de euro cada vez que pronunciaban instintivamente la dichosa e indigna palabra. Balance educativo: ha arruinado a los niños de su clase y ahora están pensando en emigrar a Barcelona, donde están sus primos, donde no les multarán escolarmente por decir "chacho" mientras aprenden a pronunciar "nano" en otro idioma.

Nicolás Valle Morea ha ejercido y ejerce la libertad de expresión sin atentar contra las libertades de los demás y quien se sienta atacado es un melancólico que debería psicoanalizarse, más que para no dañar a los demás, para no dañarse a sí mismo.

El problema radical consiste en aceptar que no se debe perder nunca el respeto, aunque la mayoría de las veces, para defenderse de individuos como el del anónimo, no haya más remedio.

Antonio Viudas Camarasa
www.dialectus.com

http://www.dialectus.com/fernandosabes

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Un colaborador de Belsana también participa
Respuesta a "Sobre la farsa del extremeño..."


Juan Carlos Paniagua


18/08/2002 14:43
2 Mensahis

 

 

 

Respuesta a "Sobre la farsa del extremeño..."

Distinguido señor, o distinguida señora:

Tengo que confesarle que escribo esta carta con tristeza. La tristeza de quien ve que tiene que demostrar que no es un terrorista por haber escrito un artículo utilizando una modalidad lingüística, calificada duramente por usted como “engendro teratológico”, “insolente y ofensivo” “lesivo para la sociedad extremeña, intolerable y denunciable ante la opinión pública y las instituciones educativas”. No hablo en nombre de Belsana, sino en el mío propio, ya que por sus palabras deduzco que yo soy uno de los “colegas” de estos “mitómanos” “muñidores de una neolengua” “de ideología etnicista” que pretenden imponer el extremeño en “ikastolas,” puesto que he colaborado con la revista por medio de tres artículos, uno de ellos escrito en el extremeño de Ahigal. Lamento sinceramente, que tenga tan mala opinión sobre mí sin conocerme en absoluto, excepto por un pequeño artículo, en el caso de que lo haya leído, hecho que ignoro.

Soy el autor del texto sobre el picapez, el martín pescador. ¡Qué absurdo es decir esto! Aunque creo que es ridículo, le diré que soy pacifista, que reniego de cualquier tipo de movimiento nacionalista, pues sueño con que se llegue a una comunidad de naciones donde se dé una constitución universal. Quizá sea una tontería, pero estoy más que contento de vivir en España y poder gozar de un régimen de derechos del que me siento orgulloso, aunque haya que mejorarlo. Le confieso que tengo serios problemas para llamar “extranjeros” a los hispanoamericanos y que estoy convencido de que es mucho más importante lo que nos une a los seres humanos que lo que nos diferencia. Creo que esto es un punto básico para luchar por el hermanamiento de los pueblos. Por otro lado, soy amante de la lengua castellana hasta un punto tal que se me podría calificar de purista (me horrorizan los cada vez más habituales “detrás mía,” “no me ignores,” etc.) y me opongo a cualquier tipo de adoctrinamiento en los centros educativos, entre ellos rechazaría, por supuesto, que se le impusiera a alguien la enseñanza de una lengua extremeña artificial o no. Creo que en lo básico no estamos en desacuerdo.

No obstante, considero que sus críticas lingüísticas hacia la modalidad que utilizo en mi pequeño escrito (supongo que entra dentro de los argumentos de su artículo) son exageradas. Por cierto, no entiendo que haga estas críticas cuando anteriormente advierte que esta labor habrá de ser hecha por filólogos y que su intervención se centrará las ideas subyacentes a la revista. En el artículo sobre el martín pescador sólo aparecen palabras de Ahigal, excepto (por razones que no vienen al caso) las siguientes: dil (vulgarismo poco usado actualmente, pero bien documentado a lo largo de la historia, que se utiliza en otros pueblos de Extremadura, hace pocos días lo escuché en El Gasco, aunque allí lo dicen sin ele final); ñíus y chiar (que se utilizan en Acehúche; le remito a la obra de Mercedes de Sande El habla de Acehúche, donde se cita la obra de Cummins a propósito de ñíu. Chiar, por su parte, es un arcaísmo castellano); presona (vulgarismo muy extendido pero que no lo he oído en Ahigal, a pesar de haber sido utilizado por Juan García en sus obras); algotru (recogida en el DRAE como propia de Andalucía y América) y agüelu piñascu (ambas son palabras utilizadas en Santa Cruz de Paniagua, cuyo léxico conozco bien); y ¡curiosamente! marcharse, en Ahigal se utiliza en su lugar el verbo aballal (recogido, por cierto, en el DRAE, donde se dice que se utiliza en la provincia de Salamanca) o el verbo irse. Tal vez llame la atención el uso de –u e –i finales; he de confesar que no sabía cómo expresar gráficamente la o cerrada.

Por lo demás, le aseguro que el resto de las palabras que utilizo son normales en hablantes adultos de Ahigal. Por supuesto, si usted va a Ahigal no escuchará a nadie hablar -como puede imaginar- exactamente igual a como he escrito el artículo. Es un texto donde juego con las palabras, y donde al hacerlo mezclo dos culturas: la rural que aprendí de pequeño y la urbana que aprendí más tarde. El texto no es más que una recreación literaria (aunque sea mala) del habla popular. Tal vez no debería haber utilizado palabras que no se usan en Ahigal, no lo sé, así quizá habría conseguido un texto en una modalidad pura, si es que esto existe en alguna lengua; quizá en vez de utilizar calapatriscu debería haber usado las palabras juicio, cabeza, cordura o calandongo que también se utilizan en Ahigal, sin embargo, calapatriscu y calandongo se están perdiendo y antes de que desaparecieran me parecía bello que quedasen escritas en algún sitio, calandongo ya no se utiliza nada, por lo que consideré que sería mejor utilizar calapatrisco, que -aunque tampoco goza de buena salud- se utiliza más. Podría haber utilizado quizás o quiciás en lugar de quidás, pero esta última es muy usada y es una muestra de cómo ha derivado la antigua consonante sonora castellana. Podría haber usado sauce en lugar de azaoz, pero aquí el sauce es sólo el sauce llorón, los ahigaleños, poco duchos en los vericuetos de la taxonomía biológica, no comprendieron que aquella elegante especie introducida en parques y chalés fuese prima del salvaje azaoz; esta palabra, por cierto, aparece en otros muchos pueblos, con ciertas variantes, por ejemplo, azaol; en Santa Cruz de Paniagua hay un topónimo que es el Charco Azaol (puede consultarlo en el mapa del Centro Geográfico del Ejército correspondiente a Casar de Palomero, serie L hoja 11-23, de la edición de 2000) y otro paraje –éste no aparece en el mapa- llamado Valdeazaoris (que significa valle de los sauces, no de los azores.) En otros lugares se dice zaoz; en Cabezuela del Valle creo que hay un caserío que se llama Fuente Zaoz. Este dato no puedo confirmarlo, pues lo digo de memoria, pero supongo que se podrá consultar en la hoja correspondiente del mapa del ejército, no dispongo del de Cabezuela. De cualquier forma, le diré que lo escribí de este modo probándome a mí mismo, pues nunca había escrito ningún texto así, aunque en las cartas que escribo a mis amigos introduzco de vez en cuando palabras dialectales.

Dice usted que ningún extremeño ni culto ni inculto habla así. Dicha sin más, estoy de acuerdo con la frase; sin embargo, le aseguro que se sorprendería de oír cómo habla mucha gente por estas comarcas.

Mi modo de expresarme actualmente no es el modo de expresarse de mis padres o mis abuelos. Sé que todo el mundo puede decir esto, pero le aseguro que el sentido no puede ser el mismo ni de lejos. Yo jamás podría presentarme en mi trabajo utilizando la modalidad lingüística de ellos, algo que no le sucede a un burgalés. No estoy diciendo que esto sea malo o bueno; al afirmarlo no enjuicio, tan sólo describo. Puedo asegurarle que hay aún mucha gente que cierra la –o y la –e átonas en algo parecido a una –u y una –i; le aseguro que casi todo el pueblo transforma la erre final en ele. Se aspira todavía muchísimo las haches procedentes de efes iniciales latinas y se antepone al artículo al posesivo, aunque esto no es tan sistemático como lo anterior. Aparte de esto y de otros rasgos lingüísticos más o menos interesantes, el vocabulario que se utiliza difiere a veces de la norma castellana, no por ningún afán de diferenciación sino por avatares lingüísticos. Personalmente, no me atrevo a llamar a todo esto “anomalías catetas” o “aljamía grotesca” pues algunos son rasgos leoneses y otros arcaísmos castellanos que tienen más de 500 años.

El caso del léxico es probablemente el más interesante. En Ahigal podría escuchar usted despejarse, pero con toda probabilidad escuchará mucho más esparijilse (o esparijilsi) porque aquí en lugar de triunfar el lusismo “despejarse” siguió evolucionando la palabra del castellano antiguo (o del leonés, ¿quién sabe? ) espargirse, sustituida actualmente en castellano por esparcirse y que ya no se utiliza en el sentido de “despejarse” en el resto del mundo hispanohablante. Esta palabra, como otras muchas, no es sólo utilizada por los mayores, sino por gente de todas las edades: rejundil, aguanieve, guarrapo, etc. Muchas de ellas con su historia lingüística detrás. Fíjese usted, rehundir aparece en el Diccionario de Autoridades de 1737 donde se recogía como voz familiar y desaparece en el de 1832; aguanieve aparece en el Diccionario de Autoridades de 1770 como propio de Extremadura y posteriormente la confusión con otro pájaro en el Diccionario Histórico de 1933 la hace desaparecer del DRAE, a pesar de ser ampliamente utilizada en toda Extremadura (por cierto, el pájaro con el que se confundió es la aguzanieves, que aquí se llama churubita y en otros muchos pueblos extremeños churubía.) Algo parecido le sucedió a zamboa, por ejemplo. Otras, como guarrapo, no tienen apenas documentación. En el DRAE de 1992 aparece recogida la palabra garrapo, documentada en Salamanca con el significado de cerdo. En Ahigal, guarrapo es la más utilizada con diferencia, aunque también se usa cochino, lechón (o lichón), cerdo (utilizada casi exclusivamente con forasteros), nene (de uso familiar.) Curiosamente a lo que ocurre en otras zonas de Extremadura guarro no se utiliza (aunque se entiende), pues con esta voz se designa al cuervo, debido a la onomatopeya.

No se crea usted que son sólo diez o doce las palabras habituales que pueden ser distintas de las usuales castellanas, éstas pueden superar con tranquilidad las trescientas. Hay algunas que tan sólo se utilizan en Ahigal: jatear, ajorrillu, gariboña. La mayoría son compartidas con los pueblos cercanos: achipotao, galapero (como espino albar, en el resto de Extremadura significa peral silvestre), engajarse, zaque, zorongollo (curiosamente esta última se salvará de la extinción al haber sido introducido este sencillo plato en el menú del Parador de Turismo de Plasencia.) Otras son extremeñismos normales: aceitunera, bochinche, lígrimo, merendillar, presta. Ciertas palabras son compartidas por las hablas extremeñas (del norte) y salmantinas: amularse (por cierto, le reproduciré una tierna conversación de ayer mismo entre una abuela y uno de sus nietos, criado en Madrid “-¿Se te ha amulao el coche hoy? -¿Cómo dice, abuela? –Que si se te ha amulao el coche. –El nieto repite muy educadamente- ¿Qué dice, abuela? Fueron los padres quienes le dijeron que si se le había averiado el coche. Amularse significa enfadarse, viene recogida en el DRAE como propia de Salamanca y Canarias.) hay más palabras de este tipo como baraño, caraba, carozo, serano, pitera (esta última, curiosamente, no aparece en el DRAE a pesar de ser absolutamente habitual en Extremadura y Salamanca. Es curioso pues en el DRAE de 1992 aparecen 574 salmantinismos entre ellos algunos tan peregrinos como acogotar. intr. Herirse el buey en el cogote. Por cierto, en el DRAE de 1992 sólo aparecen cinco palabras propias de Cáceres.) Hay un buen número de palabras que son usadas en el área leonesa: aballar, achipierre, bastardo (en el sentido de culebra grande), lamber, uñir, etc. Y, por último, se encuentran aquellas que son castellanas pero no se utilizan apenas en el resto del mundo hispanohablante, como ace(d)o, aguachinar, atentar (con el sentido de palpar), pago (en la expresión a gastos pagos), miar, mielra, natura (con el sentido de “órgano genital de las hembras de los animales”) Curiosamente, a veces sucede lo contrario y hay palabras que parecen muy restringidas y que no lo son tanto, compartiré con usted un pequeño descubrimiento que realicé hace poco. Aquí se utiliza primel, tercel (primer, tercer) también como forma femenina (aparece en el subtítulo de Belsana: primel revista ...), pues bien, este hecho se ve que no es sólo típico de esta zona, pues lo utiliza un autor tan poco dado a catetadas lingüísticas (aunque en su juventud escribió algo en lunfardo) como J. L. Borges, a no ser que se trate de una errata (también sería casualidad.) Le cito la obra donde lo encontré casualmente el otro día y que tengo a mano Historia de la eternidad, en la edición de bolsillo de Alianza Editorial, página 148: “La tercer versión, la de Greve, deriva de la inglesa de Burton....”

Ojalá, se lo digo sinceramente, aquí se hablase ese español tan fiel a la norma al que usted se refiere. Muchos de nosotros habríamos tenido muchísimos menos problemas cuando salimos del pueblo. No dudo de que esto sea español, que lo es, pero desde luego no cabe duda de que es una modalidad que presenta variaciones (fonéticas y léxicas) en algunas ocasiones poco comprensibles y como mínimo sorprendentes para un oyente forastero. Las curiosidades fonéticas se reducen actualmente a los hablantes mayores. Es difícil decir una edad, pero digamos que los que tienen más de 40 años conservan la mayoría de los rasgos. El léxico, aunque se pierden palabras de una generación a otra, se mantiene aún en buena medida. Por supuesto, estoy de acuerdo con que no se habla en toda Extremadura como en Ahigal, ¿quién podría afirmar esto? No quiero que en el resto de Extremadura se adopte la variante de Ahigal, me parece absolutamente ridículo; aunque tampoco me echaré las manos a la cabeza cuando en Ahigal se acabe hablando como en el resto de Extremadura, cosa que sucederá dentro de poco pues ya empieza a ocurrir. Fíjese, no me escandalizo por que la educación y los medios de comunicación –entre otras cosas- acaben con 500 años de historia lingüística. Es normal en la historia y habrá que aceptarlo como se aceptan estas cosas. Soy consciente de que estos pequeños estudios, escritos, poemas... son el epitafio de esa modalidad del español.

Puede creerme, no tengo ningún interés de entrar en política, tampoco podría, supongo, pues no sé qué es ser extremeño y no me interesa. Como ve, me importan bien poco las manías identitarias y los intereses libertadores. No creo que haya ni siquiera un aire de familia wittgensteiniano que recorra a los ciudadanos de la región desde Malcocinado a Valverde del Fresno y que permita distinguirlos sin duda de alguien de Navasfrías o de Guadalcanal.

Humildemente, le diré que si me preocupo por estas cosas es porque me produce una inmensa tristeza que el modo de hablar de mis padres y abuelos sea ridiculizado como una variante paleta y zafia, o como dice usted “variante distorsionada e inculta” “con cuya desaparición nada se perdería.” No creo que sea así. Creo que sí se pierde riqueza, aunque sea poca. Le soy franco, no participaría en una traducción al extremeño de la Historia del tiempo o El señor de los anillos, pero hasta ahora pensaba que no había nada malo en estudiar modalidades lingüísticas que están a punto de desaparecer ni en realizar un inocente y pequeño ejercicio de estilo con una de ellas, dedicado casi exclusivamente a quienes solemos hablar de estas cosas cuando nos encontramos en los pueblos y a los que por casualidad nos hemos encontrado en Internet como en una nueva plazuela.

Lamento que esto le haya avergonzado e indignado. Se lo digo en serio. Tal vez mi labor sea imposible o absurda y lo mejor sea seguir su consejo y no perder tiempo, dinero ni sensatez intentando decir que el modo en el que hablan mis abuelos no es palurdo. Esto me ahorrará descalientos, que siempre sobran.

Atentamente,
Juan Carlos Paniagua.

Un catalán de origen oliventino da su opinión
Re: Respuesta a "Sobre la farsa del extremeño..."

Manuel Jesús Sánchez Fernández 

20/08/2002 12:52

Re: Respuesta a "Sobre la farsa del extremeño..."

Querido amigo,
Me gustaría que leyese mi artículo sobre el español oliventino, que tiene Manuel Trinidad (pero la versión actualizada, que enviaré a Manuel). Me gustaría saber con más certeza (si se puede) qué formas ve Ud. como lusismos y qué formas son leonesismos (en los casos dudosos).

Ánimo a Belsana, aunque no estoy de acuerdo con la ortografía que usteden usan. Prefiero otra más etimológica o histórica, más cercana a la española general.

Gracias. Espero su respuesta. Saudades de Olivença.

Manuel J. S. F.
(un catalán de orígenes oliventinos, es decir, extremeños y portugueses)

Un extremeñoparlante no tiene pelos en la lengua

... soy “extremeñoparlante”, lo llevo en los genes, en la sangre y en el pensamiento y así me comunico con la amplia geografía extremeña, con mis ancestros y con mis hijos. Y también con mis paisanos emigrantes que aprenden el alemán, el francés y el

Juan Romero González


21/08/2002 19:49
1 Mensahi

¡DIOS NOS LIBRE DEL MOSTRENCO INFIEL!

Hasta ahora no había tenido aversión por los anónimos y siempre he hecho el chiste sobre los “venecianos”... Pues yo me llamo Juan Romero González, tengo cuarenta y siete años y soy cacereño de España.

Hablo, amo, cuido, cultivo y respeto la maravillosa lengua española que me comunica con el resto de la geografía nacional (hasta con los gallegos en un extremo y los catalanes en otro) y la hispanoamericana (alguna con ese tonillo antiguo de vocablos españoles ya en desuso, tan sonoro a nuestros oídos).

Pero... soy “extremeñoparlante”, lo llevo en los genes, en la sangre y en el pensamiento y así me comunico con la amplia geografía extremeña, con mis ancestros y con mis hijos. Y también con mis paisanos emigrantes que aprenden el alemán, el francés y el inglés de subsistencia unos y científicamente otros intelectualmente situados.

Creo, señor “Anónimo”, que todos entonces sufrimos de alguna patología incurable y lo más horrendo es que somos culturalmente dañinos y empobrecedores para el Imperio Español que usted parece ser añora, y que llego a sospechar que usted adopta aún la divisa de “España Una, Grande y Libre”. ¡Y me parece muy bien! Pero... no fastidie con su panegírico, panfletito de arenga trasnochada, giros intragables de palabrería hueca, exquisito vocabulario extraído selectamente de jerga ¿profesional? e incluso calificativos de su también malísimamente disimulada mitomanía. Y dedíquese a labores humanitarias: denunciar las sectas que corrompen a la juventud y que haberlas hailas que llenan el cerebro de la infeliz gente joven de sustancias tóxicas, psíquicas y físicas, o dedíquese también a ejercer de Pigmalión con los niños necesitados de pan y lenguaje, o incluso a leer la maravillosa novela de Mary Shelley, madre literaria del Frankenstein al que usted tan macabro alude y seguro que rectifica la tétrica comparación que hace.

Y me fastidia, mi apreciado señor “Anónimo”, que usted valore tan poco el gazpacho, ese plato tan típico, tan auténtico extremeño con el que se han alimentado generaciones de “extremeñinos catetos, palurdos, marginales, mutantes, sectarios, corruptos, ramplones, idiotas, chalados, residuales, esperpénticos, mostrencos, perversos, traidores y antipatriotas”.

¡Parece mentira que un gazpachito tan inocente de ese vigor dinamitero a los hombrecillos de nuestra tierra... cualquiera lo diría! Le agradezco que me haya causado usted el esfuerzo intelectual que me ha obligado a realizar con su impresionante anónimo español-extremeño, recordar el lenguaje de aquellos textos obsoletos de nuestra preciosa literatura donde palabras como "muñidores" o aquello de "devotos de la cofradía" me han trasladado a los tiempos, que no por ser pasados son mejores.

Si me permites un consejo, ahora que somos ya como amigos, no sufras tanto y estés tan en guardia, hombre, y piensa que lo lesivo para la sociedad extremeña de la que todos participamos, porque todos la construimos, son mentes como la tuya al límite de la intolerancia y que lo denunciable ante la opinión pública son otras cosas muchísimo más gordas, más graves, que van erosionando la cultura extremeña con expolios y piquetas, y lo más cruel es que esa energía que tú derrochas en esto la podrías canalizar escribiendo una pancarta donde pidas trabajo, casa y comida para todos los extremeños.

Deja vivir en paz y serás pacífico, no veas más películas de terror (regenérate con “Bambi”, que es una tierna manera de regresar a la infancia y no crecer tan retorcido), no vuelvas a leer “Belsana” porque acabarás de los nervios y te convertirás en un maníaco perseguidor y sobre todo, lee menos tratados de lingüística normativa y dedícate bajo la sombra de un algarrobo a repasar la enciclopedia “Álvarez”.

Un saludo, compañero.

 

Anónimo plagiario

jueves, 22 de agosto de 2002 18:48

Juan Carlos Paniagua notifica que el original de

"La farsa del 'ehtremeñu', o el ideal cateto de la lengua"

es un anónimo plagiario que adapta "La farsa del 'andalú',
o el ideal cateto de la lengua"

(Editorial de “Gazeta de Antropología” (http://www.ugr.es/~pwlac/), n. 17, 2001)

 

El texto original del Editorial de La Gazeta de Antropología podría haber sido escrito por algunos jóvenes excursionistas en marcha hacia las cimas de Sierra Nevada, al ritmo de "Montañas escarchadas". 

Desde luego demuestran conocer poco al filósofo Eugenio Frutos Cortés y a su discípulo Gustavo Bueno. Eugenio Frutos paisano y discípulo de Luis Chamizo entendió de primera mano el porqué éste escribió como hablaba, claro está que utilizando una norma y un estilo literario.

Es extraño que una revista de antropología, que se ocupa de los derechos de los marginados  desconozca el movimiento mundial en favor de las lenguas minoritarias.

Como el Editorial no tiene firma se supone que bajo el anónimo Grupo de Filosofía se esconde esa ideología tan mostrenca, ya que firmar supondría afianzar ideas con identidades, y en este caso no tienen ni idea de su propia identidad. 

La "z" de Gazeta de Antropología debe ser porque  es una revista realizada con mentalidad de ortografía antigua antiacadémica y vetusta o bien es identificativa del ceceo andaluz. Si es vetusta, podemos imaginar una vuelta al español medieval y renacentista, lo cual tampoco está nada mal, ya que contribuirían a su pesar a enriquecer la lengua actual con el rescate de una cultura sólida y tradicional. Si es reivindicación del ceceo andaluz también merece admiración y apoyo, porque pretende la normalización del habla andaluza ceceante, frente al prestigio seseante de Sevilla. Con todo ello sería deseable que lo aclararan para saber a qué juegan, si a avanzadilla antropológica o a imperialismo ideológico.

Antonio Viudas Camarasa,

 www.dialectus.com

 

Gazeta de Antropología  -  Apartado 754  -  18080 GRANADA  -  España
Correo electrónico: pwlac@ugr.es
-
Grupo de investigación Antropología y Filosofía 

 Departamento de Filosofía - Universidad de Granada
-

La farsa del 'andalú',
o el ideal cateto de la lengua

Gazeta de Antropología

Ha aparecido un libro titulado ¡Ehkardiyea l'armaziga k'ai hugo! Antolohía'e tehtoh en andalú, der Huan Porrah Blanko (San Sebastián, Editorial Iralka, 2000). ¿Qué pensar de él?
El libro referido reúne diversos materiales que vienen a proponer la hipótesis de constituir el andalú en lengua independiente del español. Dejemos para los lingüistas el desmontar los "fundamentos" teóricos en que tal cosa pretende ampararse. Limitémonos, por el momento, a formular algunas consideraciones generales, con el debido respeto a las personas, pero sin reparos a la hora de enjuiciar críticamente las ideas.
Parece claro que el sentido y la función de una lengua radica en su capacidad para la comunicación. Cuanto mayor sea la comunidad lingüística, más amplia, fácil y eficiente será la comunicación. El español, que hablamos en Andalucía participa de una lengua sólida, unida en su diversidad y diversa en su unidad.
A contrapelo de eso, contemplamos la manufactura de una sedicente lengua andaluza, con aires de Frankenstein idiomático. El procedimiento consiste en hacer acopio de cuantas formas incultas ha sido posible registrar, por heteróclitas y dispersas que sean, tomadas del habla de algunos andaluces de aquí y de allá. Luego, selecciona una de las variantes, cuanto más palurda mejor, y se someten a eliminación todas las demás. Los muñidores de esta neolengua convierten las anomalías catetas en la norma del andalú, excluyendo en lo posible y proscribiendo las formas prosódicas y ortográficas correctas, del español normal, reputadas ajenas al andaluz. En un alarde de empirismo mostrenco, perversión epistemológica, manipulación de autores e ideología etnicista, Huan Porrah (sic) junto a otros colegas citados en bibliografía, presentan, puesto por escrito, un engendro teratológico, tan innecesario como insolente, y ofensivo para quienes hablamos dentro de la variabilidad corriente del español por estas tierras.
Estamos ante un caso como el de esas lenguas que, habiendo ya una lengua común, se inventan y aprenden para incomunicarse de los demás, traicionando así el sentido elemental de lo que debe ser socialmente una lengua.
Invocar, como hace el tal Huan Porrah, un principio implícito que reclama para las diferentes ejecuciones o realizaciones fonéticas del español el estatuto de una lengua aparte supone un disparate de tal calibre que equivale a planear un atentado mortal contra la lengua común. A todas luces fracasará, pero lo que se propone es, ni más ni menos, dinamitar arteramente la lengua española y fraccionarla en un sinnúmero de dialectos, que tenderían con el tiempo a hacerse ininteligibles entre sí. ¿Quién saldría ganando con la destrucción del valor de comunicación transnacional que posee esta bella síntesis que es el español? Sólo un iluminado querría segregar a Andalucía de la comunidad de los hispanohablantes.
En el libro mencionado nos topamos con una muestra de funesto particularismo diferencialista, cuyas consecuencias prácticas no serían otras, en el más inocuo de los casos, que el desperdicio de energías, que se encaminarían mucho mejor hacia el cultivo del español común, ya sea en el campo de la narración, la poesía, las ciencias, los medios, la vida cívica o Internet. Infeliz la gente joven que se que ilusione incautamente con semejante mascarada del andalú: acabarán descarriados en una pérdida de tiempo, quizá de dinero y sin duda de la sensatez.
Las lenguas no son, claro está, inmutables ni eternas, sino históricas. Como todas, la española evoluciona, pero, en un contexto como el actual, que es lo contrario al aislamiento comunicativo, tiende más bien al reforzamiento de su unidad y a favorecer la síntesis y la comprensión entre todos sus hablantes. Resulta una chaladura promover e hipostasiar las formas dialectales e incultas, e inventar a partir de ellas nada menos que una «lengua», lo que conduciría a la ruptura de comunicación y la incomprensión con los demás. En efecto, se pretende romper la transición gradual existente, que asegura el flujo inteligible de la información entre las ejecuciones más formales y las más relajadas de la misma lengua, entre sus variantes territoriales y poblacionales.
No es bienvenido ese proyecto que postula la separación y el aislamiento lingüístico del los andaluces, exhortados a formar una secta que opta por constituir en sistema una caricatura vergonzosa del habla andaluza, cocinada como un gazpacho indigesto al que se han añadido cuantas variantes erróneas, corruptas, ramplonas, idiotas y palurdas pueden encontrarse ocasionalmente. Tal proyecto de convertir las anomalías en norma nos parece un proyecto abyecto. Es lesivo para la sociedad andaluza, intolerable, denunciable ante la opinión pública y las instituciones educativas. Pues implica una propuesta aberrante de hacernos lingüísticamente marginales, mutantes y sectarios, y esto no merece ninguna simpatía sino tanto desprecio como la destructividad y la irresponsabilidad sociocultural que entraña.
La lengua española que de hecho hablamos es suficientemente buena y universal como para que merezca la pena cuidarla, cultivarla, respetarla. Se trata de enriquecerla y enriquecernos con ella, no de desbaratarla. Todas las variantes prosódicas peculiares que se dan en Andalucía son perfectamente alomorfas e inteligibles. Y la sarta de variantes distorsionadas e incultas, que nuestros padres fundadores del andalú pretenden consagrar, cabe tenerlas por residuales, pues con su desaparición nada se perdería. Es un abuso y una falsificación el remarcar todo lo que difiere o separa, ocultando lo que une e identifica el habla andaluza con el español. La identidad compartida en el plano de la lengua es infinitamente mayor que las diferencias en la ejecución y los rasgos dialectales que pueda haber. Definir la propia identidad mediante el acantonamiento en un puñado de diferencias, aparte de estar falto de lógica, es socialmente patológico y culturalmente dañino y empobrecedor.
Nadie trata de negar las diferencias sino de situarlas en el marco del sistema general y común al que pertenecen. Es evidente que en toda lengua se dan tendencias diferenciadoras e incluso disgregadoras, como también tendencias a la integración y la síntesis. La cuestión es para qué ese intento de fomentar la disgregación y la separación del andalú, para qué esa manía identitaria llevada hasta el esperpento, para qué ese camino hacia ninguna parte. Desconfiemos de este ideal paleto, disfrazado con ínfulas de «pelea indigenista/ culturalista/ nacionalista en su versión andaluza» (pág. 155) y alucinado como «tarea emancipatoria». ¡Dios nos libre de nuestros libertadores!
Lo más peligroso estriba en que la mal disimulada mitomanía subyacente a la idea del idioma andalú propendería, si pudiera, no ya a proponer sino a imponer el uso oral y escrito del invento, lo que desencadenaría una fractura social entre los devotos de la cofradía del andalú y los infieles que defenderíamos la corrección del español, tolerando siempre el amplio margen del pluralismo realmente existente. Estemos en guardia, porque se adivina cuál es el sueño de esos abanderados de la alucinación andaluza y el ideal cateto de la lengua. Si alguna vez alcanzaran poder político, nos meterían a todos en ikastolas de castigo, hasta inculcarnos esa aljamía grotesca. De ella, sin embargo, no dejará de carcajearse cualquier andaluz en su sano juicio.
A los andaluces nos avergüenza y nos indigna que se diga que nosotros hablamos como se transcribe en ese libro. No hay ni un solo andaluz, ni culto ni inculto, que hable así. Estamos frente a un espejo deformante y, tras una primera impresión «graciosa», nos sentimos profundamente ridiculizados. El sainete de los Álvarez Quintero ha sido llevado ahí hasta la astracanada, que el diccionario de la lengua española define como «farsa teatral disparatada y chabacana».

(Editorial de “Gazeta de Antropología” (http://www.ugr.es/~pwlac/), n. 17, 2001)

 

 

Últimas noticias e indagaciones

javier feijóo
22/08/2002 21:09
1 Mensahi

Pa ese anónimo tan ilustrao en custiones parlísticas 

Paece mentira que se puean icir tantas jodiuras en tan poco tiempo de vacaciones qu'he estao p'ahí.
¡Amos a vé! ¡Señó anónimo! Si nusotros semos asina, pa qué naide como usté tié que vení a joé la mariana. Nusotros palramos asina porque asín es como nus han enseñao dende chiqueninos. Y nus sentimus mu ergullosos del nuestro galraeru. Porque el español es el español y el castúo es el castúo. Asín que ya pué usté dirse pa otras páginas web, aonde sus pamplinas tengan más agarraero. ¡Cateto! ¡Qu'es usté un cateto extremeño arrefugiao en palramentos trasnochaos! Siga usté palrando asina, pero pa otro lao, que a nusotros no nus jacen farta presonas tan ilustrás y tan jediondas como usté. Nusotros palramos con el alma, qu'es aonde tenemos los valores. Sin nacionalismos radicales y sin poyangas verbeneras. 

castúo
26/08/2002 12:08
1 Mensahi
EL COPIÓN DE LA FARSA DEL EXTREMEÑO  

Estimados amigos el anónimo de "la farsa del exremeño o el ideal cateto de la lengua" no es más que un vulgar copión, un plagiario de pacotilla que dada su falta de argumentos no tiene otra cosa que copiar de los demás.

El artículo en cuestión está copiado de la revista digital GACETA DE ANTROPOLOGÍA (http://www.ugr.es/~pwlac/) de la editorial del número 17/2001.

El artículo original se titula "la farsa del andalú o el ideal cateto de la lengua" y simplemente se ha cambiado dónde decía andaluz por extremeño. Podeis ver el artículo completo en la dirección http://www.ugr.es/~pwlac/G17_00Editorial-1.html

Por otra parte me parece lamentable que una revista dedicada a a la antropología tenga tal opinión de los diferentes dialectos y hablas de España, por lo que os invito a mostrar muestra queja en su correo electrónico pwlac@ugr.es

Saludos a todos y esperemos que el próximo criticón por lo menos no tenga que copiar a nadie. 

 

22 de agosto 24 horas

El debate continúa en el foro de Belsana

24 de agosto de 2002 Dialectus.com se ha documentado y ha encontrado en la red RESPUESTA A LA “EDITORIAL” DE LA GACETA DE ANTROPOLOGÍA , donde plagió el anónimo de Belsana, de Gorka Redondo, que el lector puede valorar.
Dialectus.com ha dejado constancia de una nueva forma de dialogar y defender las ideas que cada uno es capaz de exponer públicamente. Lamentamos el desafortunado editorial de una revista de filosofía y antropología que ha alimentado la fagolengua de un perezoso plagiario.

 

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